
El día 20 de octubre respiré aire frío e inicie con tos, después de haber tenido fiebre días anteriores, perdida de gusto y olfato, nunca imagine iniciaría una de las pesadillas más grandes de mi vida, a las pocas horas revise mi oxigenación y había bajado a 85, al rato debajo de 80 y comencé a tener miedo.
Como pastor adjunto a una iglesia en Juárez y El Paso, mi gran amigo y pastor asociado inició los trámites legales para poder trasladarme a la ciudad de El Paso, Texas, en la búsqueda de una mejor atención.
Luego de dos horas de espera, llegamos por fin a la aduana de migración. Sin embargo, ni siquiera accedieron a verificar los documentos y sólo nos pidieron que regresáramos a Juárez, rechazando todos nuestros argumentos.
Mi compañero, Brian Sieve, con desesperación trataba de explicarles que mi vida estaba en peligro, que revisaran la documentación, pero nada los convenció y nos obligaron a regresar.
Las puertas se nos estaban cerrando y peor aún, del lado mexicano de la frontera, el Centro Médico pedía un millón de pesos por adelantado, así como todos los otros hospitales y solo quedaba el Hospital General así que le pedí a Brian, se dirigiera ahí.
En su desesperación, Brian perdió la capacidad de entender el español, me abrazaba y oraba, a mi me pidieron dejar mis cosas al ingresar a hospital pues todo debía ser quemado.
Mi teléfono estaba bloqueado y mis hermanas llorando, mientras la oxigenación en mi cuerpo ya estaba debajo de 60.
Me desnudaron y pusieron todo en una bolsa para incinerar, me pusieron oxígeno, suero y todavía tuve que espera a que alguna cama estuviera disponible.
Instantes después, la suerte me sonrió de una manera extraña, ya que en ese momento, Humberto, un interno murió viendo el pasillo, con una cara tranquila, como si por fin hubiera hallado el descanso.
Las enfermeras comenzaron a cambiar sabanas y a desinfectar, para que otro paciente ocupara la cama. Media hora después de la muerte de Humbert, yo estaba ocupando el mismo espacio, viendo el mismo pasillo por donde cada noche pasaban de cinco, 10, 15 personas que morían. No sé por que la gente muere de noche. Aun no puedo reponerme de haber visto pasar tantos cuerpos en sus sacos grises.
Inmediatamente me avisaron que tenían que intubarme. Me explicaron que si no lo hacían moriría por falta de oxígeno. Mis compañeros de cuarto me aconsejaron que no lo permitiera, pues ser intubado para ellos era aceptar la muerte, ya que mas de 98% de los pacientes intubados mueren y pues cómo no, son más de 150 camas atendidas por personal médico que no era suficiente, pues muchos de ellos habían enfermado sin tener la oportunidad de recuperarse del Covid o alguna otra enfermedad adquirida, con sus trajes de astronautas, que no les permiten orinar, comer, rascarse la cara, tomar agua y con sus cuerpos agotados, dejan de escuchar las alarmas de respiradores, dejan su humanidad con tal de tratar de salvar vidas, desesperados, mueren y llega nuevo personal para trabajar sin descanso atendiendo pacientes, sacando cuerpos.
Para iniciar me pusieron una mascarilla que presionaba mi pecho con el oxígeno. La cosa más horrible del mundo y de no ser por mis compañeros de cuarto, hubiera tenido un infarto.
Inhala, exhala, inhala, exhala… Si no lo hacía podía entrar en una desesperación que pudo haberme producido un infarto.
Aquí debes armarte de toda tu fuerza, de toda tu fe, de toda tu lucha por la vida o mueres. Solo entre los pacientes nos echábamos la mano, cómo comer con eso en la cara y sin embargo tus compañeros te lo advertían, come o te mueres, siéntate o te mueres, despierta o te mueres, respira o te mueres, patadas a la cama cuando uno iniciaba la desesperación, gritos de inhala…exhala, días conectado y ahogándome por falta de oxígeno.
Agradezco en el alma al poco personal médico, que fue capaz de darme una palabra de ánimo. Sin embargo, lo que no agradezco son las caras desesperadas por quererme intubar a como diera lugar, para dejar de batallar con mi lucha por la vida pero se fregaron, después de dos semanas de lucha, de permanecer despierto para que no me intubaran pude respirar y por una cuestión política pude salir del hospital, aún sin poder respirar por mi mismo, pero salí vivo porque mi decisión fue vivir.
Te invito a que no te rindas si estás por ingresar a un hospital con este problema. No permitas que te intuben, hazte fuerte, estarás solo, sola, pero tu fe mueve montañas, y tus ganas de vivir te harán vivir, si entras derrotado vas a morir… Lucha por tu vida.
Ahora ya voy por mi decimo día de recuperación en casa, luchando por lo económico, es caro pero estoy vivo y no dejen de ayudar a quien se los pida por favor, podemos salvar vidas apoyando, yo agradezco en el alma a quien me apoyo, me salvaron la vida y por siempre mi cariño.
VIVA LA VIDA….Inhala y exhala con toda tu fe.