El Culto fálico y la homosexualidad en la Cultura Huasteca, antes de...

El Culto fálico y la homosexualidad en la Cultura Huasteca, antes de la Conquista

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Aunque las relaciones entre individuos del mismo sexo, eran un asunto que podía ser aceptado o rechazado, dependiendo de qué cultura se hable, la Cultura Huasteca se distinguió por sus rituales y deidades relacionadas al sexo.

Sin duda la sexualidad no representaba lo mismo para las culturas mesoamericanas, que para los conquistadores europeos. Esto causó momentos de gran tensión, por el choque de costumbres que eventualmente, los colonizadores terminaron de imponer. Fue así que la homosexualidad comenzó a ser vista de forma distinta en esta parte del mundo hace 500 años.

Aunque no se sabía mucho de la Cultura Huasteca, ya para el año de 1519, cuando Hernán Cortés, llegó a lo que actualmente es Veracruz, se habían redactado diversas crónicas, sobre las prácticas del «maldito oficio» o «pecado nefando» entre los nativos americanos, es decir, la homosexualidad.

Xicomecóatl y Hernán Cortés.

En julio de ese año, Cortés se encontraría con Xicomecóatl, el cacique de los totonacos en Zempoala, quien tuvo que dejar a su harén de efebos y tirar las efigies de sus dioses, a cambio de que los conquistadores, les evitaran seguir pagando tributo a Tenochtitlán.

Extensión territorial de los pueblos huastecos.

Pero sería hasta que comenzó la expansión española por la costa del Golfo de México y conocieron a los pueblos huastecos de las riveras del Pánuco, que tuvieron una visión más acentuada de las costumbres sexuales de los nativos.

Los huastecos eran conocidos por andar sin taparrabo. Su desnudez, y cultos fálicos fue asunto del que dieron cuenta, tanto españoles como mexicas.

Las esculturas fálicas en piedra tuvieron tanta importancia que los huastecos, llegaron a crearlo de modo independiente al resto del cuerpo masculino.

Falo de piedra de 156 cm, sugiere que era objeto de culto y quizás de ofrendas. Fue encontrado en Yahualica, Huejutla, Hidalgo.

Bernal Díaz del Castillo narró al respecto que «Eran todos sométicos, en especial los que vivían en la costa y tierra caliente. […] tenían excesos carnales hijos con madres y hermanos con hermanas y tíos con sobrinas, halláronse muchos que tenían este vicio de esta torpedad; pues de borrachos no les sé decir de tantas suciedades que entre ellos pasaban».

También que eran famosos bebedores de pulque, más aún el propio Díaz del Castillo, narró cómo es que se lo introducían por el ano con una lavativa.

«Se embudaban por el sieso con sus cañutos, se henchían los vientres de vino de lo que entre ellos se hacía, como cuando entre nosotros se echa medicina».

Cabe destacar, que los expertos consideran que lo anterior ocurría principalmente en contextos socio-religiosos, si bien, como señala el investigador Patrick Johansson «Estas prácticas salieran a veces del ámbito ceremonial para efectuarse en contextos profanos».

Johansson también destaca que «Como otros pueblos de es probable que los huastecos realizaran actos homosexuales esencialmente en contextos rituales».

Uno de los ritos conocidos era la fiesta de ochpaniztli, donde la diosa madre Toci era representada por «un mancebo» que vestía la piel de una mujer desollada en sacrificio, en torno a ella, los huastecos bailaban con falos de papel erguidos, donde de acuerdo a las crónicas se representaba, como mínimo, el acto sexual.

Entre las concepciones culturales relacionadas a esto, los huastecos, las justificaban al decirse creados por dioses patronos relacionados con el sexo o con destinos étnicos ligados a la reproducción. Por este motivo su culto al falo y la desnudez masculina era repetidamente representada.

El Gobernante: Sitio arqueológico de Tamtok, San Luis Potosí, México.

Pasarían 200 años, desde la llegada de los primeros españoles a la desembocadura del Río Pánuco, hasta la plena conquista de la Costa del Seno Mexicano, que los pueblos huastecos y tribus chichimecas comenzaron a ser desplazados por oleadas de colonizadores europeos, criollos y nativos cristianizados que paulatinamente desaparecieron los rituales nativos, no así la práctica de la homosexualidad, que emprendió un periodo de ocultamiento hasta la llegada del siglo XX.

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