Los valores de un pueblo acostumbrado a callar

Los valores de un pueblo acostumbrado a callar

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Pues bien las cosas en México por fin están cambiando a tal punto que vemos gobiernos dispuestos a sacudirse el olor a incienso y sacar como dicen muchos “este asunto de novedad o moda” y conferir derechos a quienes no los hemos tenido nunca en la historia.


Hace 30 años llegaban las redadadas y subían a las patrullas mientras nos gritaban jotos, maricones, vestidas y nos remitían a celdas para enseñarnos a ser hombres. A las jotitas les quitaban sus esponjas, les chingaban sus trucos y la mayoría de las veces era tal el morbo que se las cogían o se las daban a una celda para que se divirtieran con el jotito. Otras veces simplemente éramos golpeados, nos aventaban el gargajo y se reían de nuestras caras de miedo, de asco, así que mientras más jotita más agredida y más lana pedían para dejarte ir.

Todavía hace muy pocos años las vestidas eran mayateadas por los polis, usaban drogas y se inyectaban cuanta madre encontraban sin importan que se les engangrenaran las nalgas por inyectarse aceite para bebé, aceite de cocina, polímero o cualquier madre que les diera la oportunidad de cumplir con el poli, con el malito, con el chichifo y con las multas que tenían que cubrir a huevo para mantener a nuestro municipio tan agresor con las poblaciones por tantos y tantos años.

Hace muy poquito jotear, verte mujers, era suficiente para que te gritaran puto, sidoso y ahora algún sacerdote incitó el odio y dijo que atentábamos contra la familia natural, algún político este día se atrevió a decir que éramos pedófilos y generadores de homosexuales y que por esa razón no podíamos tener derecho a adoptar, a ser familia, algún homosexual fundamentalista el día de hoy dijo que la fidelidad, el tener una pareja y acudir a un servicio religioso te hace ser una persona de fe y te ha arrebatado como igual el derecho a vivir la gloria de un Dios de paz que se entrega a las poblaciones que han sido tan discriminadas.

Y digo que las cosas están cambiando, pues nunca imaginé estar presente en la celebración de una boda colectiva en la ciudad de México y ser testigo de cómo hombres con sus hombres y mujeres con sus mujeres comenzaron una nueva historia en el País. He sido testigo en el Congreso del Estado de Nuevo León de ver cómo de forma natural se tiene que abrir el derecho al matrimonio, cómo se está abriendo en el resto del país, he tenido el honor de ver a compañeras trans dejar de ser jotas vestidas y convertirse en verdaderas líderes de un nuevo movimiento que busca la liberación y respeto a su identidad de género, he visto sus credenciales de elector y sus actas de nacimiento, he tenido la maravilla de ver a grandes amigas llegar a terminar sus maestrías y otras iniciar una lucha en contra de todo aquello que les afecte en su integridad como personas y en su salud y esto me parece maravilloso, ver cómo han tomado el control y han abierto la agenda con necesidades muy particulares.

También he sido testigo de cómo poco a poco nos hemos empoderado del placer y empezamos a buscar información de sexualidad, VIH, Sida, prueba rápida y he visto como se incrementan el numero de personas que acceden a estas pruebas y a los servicios de salud en casos necesarios, poco a poco el desabasto de medicamentos disminuye y he visto cómo se han apoderado de las agendas y buscan más recursos y visibilizan problemáticas muy propias de esta población.

Sin embargo y sin embargo y sin embargo, seguimos pendejamente estancados en los modelos que de forma natural nos han brindado una sociedad dobleteada en morales y veo con tristeza cómo muchos seguimos sin darnos la oportunidad de tener con compañero por considerarlo o una pendejada o construir un sueño de príncipes y princesas o de a tiro cómo hemos reproducido el chantaje, la infamia, el miedo y empezamos a construir listas gigantes de cosas que creemos importantes y que nos dejan solos en el Grindr sin buscar nada, pues nada hemos perdido.

Veo cómo seguimos discriminando sin importar cuánto a costado la lucha para obtener derechos y discriminamos a la más jota, a la más obvia, a la vaquerobia, a las osas y a todo lo que se nos presente y podamos destruir.

Algunas mujeres trans entraron a la onda feminista y de repente se han vuelto homofóbicas y dejaron de ser hermanas, olvidaron la historia que hemos construido en estos años de encierro, en estos años que nos han fregado el alma y que han permitido que nos golpeen, nos encierren, nos maten, se burlen por querer amar y nos regresan con chingazos nuestro cariño.

Otros insisten en sus redes sociales en denunciar al que tiene el huevo, en enjuiciar con cuánta gente te acuestas y ponen fotos y se burlan anónimamente de todo y son tan absurdamente odiosos sus comentarios como los del propio Papa Francisco que nos señala como un peligro para la familia natural.

La familia natural me encabrona la pongan en discusión, pues hemos sido los jotos, los putos los que hemos salido al frente de nuestros padres ancianos, los que apoyamos a sobrinos a estudiar, damos la mano al hermano y hemos construidos familias entre nosotras y nosotros cuando hemos sido rechazados tan naturalmente de nuestras familias, de nuestras iglesias.

Creo que es hora de informarte, de crecer, de empoderarnos y defendernos, no podemos dejar este asunto en manos de otras personas y cómodamente gozar de un derecho que no nos hemos ganado, creo que es la hora de moverte, motivarte y lanzarte a defender tu postura en lugar de sólo criticar, difamar, agredir y postularte como líder de una población que no te ha el elegido. De callar y contestar y denunciar  en las redes sociales a quienes  propician el odio, la discriminación la homofobia y la transfobia.

Creo que es hora de sentirnos dignos, de sentirnos como candidatos a una vida con derechos igualitarios y de tener la oportunidad de buscar más allá de un cuerpo, reconociendo que en esa búsqueda sí hemos perdido y bien perdido… la humildad de reconocernos como iguales, como seres sexuales capaz de amar, cuidar y construir. Dios les bendice.

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