
Luis González de Alba, es uno de los personajes destacados del origen del Movimiento LGBT en México, su vida como líder estudiantil de 1968 y su obra como parte de la Comunidad Gay, transcurren de forma paralela.
(Charcas, San Luis Potosí 6 de marzo de 1944-Guadalajara, Jalisco 2 de octubre de 2016)
Luis González de Alba pertenecía a una familia de origen jaliciense que cuando él tenía 10 años emigró a Guadalajara, Jalisco. Luis, era el hijo mayor de don Luis González Iracheta y de Esther de Alba.

Luis González de Alba, después migró a la Ciudad de México para estudiar psicología en la UNAM, durante esta época, mantuvo un romance con quien fuera el amor de su vida, Pepe Delgado.
Sin embargo, Luis, nunca ejerció ya que al terminar sus estudios se integró al Consejo Nacional de Huelga que encabezó el Movimiento Estudiantil de 1968.
Durante los hechos sangrientos del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas, Tlatelolco, Luis González de Alba fue detenido por los soldados e ingresado a la cárcel de Lecumberri por dos años, donde escribió su primera novela “Los días y los años”, en la que relató su experiencia en Tlatelolco donde varios de sus compañeros y amigos fueron torturados y asesinados. Estando preso aprendió el idioma hebreo y cuando fue liberado se autoexilió en Chile y posteriormente viajo a Brasil y Argentina.
En 1973, conoció al actor Ernesto Bañuelos, con quién inició una relación que duró toda la vida de Ernesto. Siendo abiertamente homosexual, en 1975 publicó en la revista Siempre! el primer manifiesto mexicano en defensa de los homosexuales, junto con la activista y directora teatral Nancy Cárdenas y con el escritor Carlos Monsiváis. Luis militó junto con Nancy y Luis Prieto, entre otras personas en el primer grupo de liberación: Frente de Liberación Homosexual.
Cabeza de Vaca, Hernández Gamundi y Luis González de Alba, tres líderes del Consejo Nacional de Huelga detenidos.
“Nancy Cárdenas, talentosa directora con brillante carrera en el teatro universitario, tenía un simpático y pequeño departamento en una Zona Rosa de la ciudad de México que entonces era bonita y tranquila, San José Insurgentes.
Un gran fresno subía tan alto como todo el edificio de amplios y largos balcones. En su depa, Nancy tenía una mecedora, la típica de madera con respaldo de barrotes y muchos cojines.
Bien, pues desde ese púlpito se balanceaba al leernos, cada domingo por la tarde, con lentes bien calados en la punta de la nariz y envuelta en un chal abrigador, el tema gay de la semana.
Éramos un pequeño grupo sentado a sus pies, desparramado por el suelo, que escuchaba con atención y respeto textos descubiertos por ella.
Uno, titulado «El homosexual y su liberación», cuyo autor he injustamente olvidado, creo que Weinberger, o algo así, era la base para promover la discusión del tema.
El grupo eligió un nombre muy poco original: Gay Liberation Front. Así, en inglés.”
A Luis González, le tocó vivir no solo las reuniones del FLH en casa de Nancy Cárdenas, también algunos espacios de ligue como “La Casita” en C.U. y las famosas razzias a los lugares de “ambiente” como lo retratara:
“Las 3:10. El juez me llama, pero se limita a anotar mi nombre, Francisco Villa, y mi profesión. Enseguida me hace pasar con los demás. Eso sí que no. “¿A mí no me va a preguntar qué estaba haciendo allí?”. Digo que tenía ganas de ver una razzia, porque, como son ilegales, resulta interesante reportear el comportamiento de la autoridad frente a ellas. Me quedo esperando la segunda pregunta, pero ni el juez ni el policía ayudante la formulan, busco a mirabraguetas, pero un triple silencio echa a perder mi brillante alegato. Pregunto entonces cuál es el delito, “porque ha de saber, señor juez… es usted juez, ¿verdad?, que como hoy es 23 de septiembre yo pensé que se trataría de la Liga confundiéndonos con millonarios, ya que nadie se identificó”. El juez indica que no hay delito, tan sólo falta, y que ya se nos notificará más adelante.”
Luis, se dedicó principalmente a la docencia, a escribir y a sus propios negocios, junto a Ernesto Bañuelos, inició la aventura de crear espacios gays hechos por gays, inspirados en lugares leathers de EE.UU. abrió en una isla de una mini plaza de Insurgentes Sur, la Tienda del Vaquero que ofrecía literatura, ensayos, películas y revistas dirigidas a gays, ahí se podía encontrar uno desde condones hasta arneses, el éxito le llevó a pensar en una cantina y abrieron La Cantina de El Vaquero, donde existía una etiqueta rigurosa: mezclilla y sin loción, el lugar se convirtió el primero en proyectar películas porno gay y tener un cuarto oscuro, con la llegada de la pandemia del SIDA, Luis solicitó al dr. Luis Guillermo Juárez que impartiera una plática sobre esta enfermedad.
Ante el éxito del Vaquero, Luis y Ernesto encontraron inversores ideales en las personas de Daniel Escalante y Andreas Zeiby para abrir un establecimiento que se encontraba en un sótano, el espacio fue vestido con maquinaria de taller naval, con hélice, ancla, tuercas, tornillos y demás. El espacio nacería como una AC, Luis lo narra de la siguiente manera:
“Pero un par de semanas después envolví el bar en un proyecto “sociocultural”. El sida era la noticia. No había cura, ni remedio ni paliativo. Nutrición, donde habían comenzado los primeros estudios de prevalencia, se había ido llenando de enfermos desahuciados. Daríamos pláticas de prevención, le dije a Jackson. Y lo hicimos. Así nacieron, con el grupo Cálamo, “Los martes del Taller”, que aún subsisten. Y hasta podíamos ofrecer atención médica… allí mismo, por las mañanas, porfié. Haríamos cubículos desmontables para los médicos. No fue allí donde se dio la asistencia, eso era una locura. Pero así nació la Fundación Mexicana contra el Sida, que El Taller y El Vaquero sostuvieron solos por muchos años. Me dio la licencia”
A su primera obra se suman «Y sigo siendo sola» (1979); «Jacob, el suplantador» (1988); «Agápi mu» (Amor y mío) (1993); «Los derechos de los malos y la angustia de Kepler» (1998); «Cielo de invierno» (1999); «El sol de la tarde» (2003); «Cuchillo de doble filo» (2008); «Otros días, otros años» (2008); «Olga» (2010); y «No hubo barco para mí» (2013) y «Mi último Tequila» (2016). Publicó además dos libros de poesía: «Malas compañías» (1984) y «El sueño y la vigilia» (2006). Además, incursionó en el ensayo, el cuento y la divulgación científica. De Luis se comentaba que tenía empresas y cultivos en Grecia, donde también era dueño de un yate, aunque bien se sabía que importaba artículos del mediterráneo, invernaderos en Temixco, además de incursionar en el medio restaurantero con La Taberna Griega, Luis demostraba poder vivir, por sus propios recursos.
Luis, participó también en la fundación de los partidos políticos Socialista Unificado de México (PSUM), Mexicano Socialista (PMS) y de la Revolución Democrática (PRD). Fue colaborador en diversos medios mexicanos como Excélsior, La Cultura en México, Punto, Punto de Partida, Revista de Revistas, Siempre!, Unomásuno, donde dejo de publicar en 1983, para pasar un año sabático en París, Francia. A su regreso se unió al grupo de periodistas y escritores que fundaron el diario La Jornada, encabezado por Carlos Payán. Publicó durante más de una década la columna La ciencia en la calle en el diario, La Jornada, hasta su expulsión del diario en 1997 a causa de una polémica con Elena Poniatowska, quien incluyó en su libro «La noche de Tlatelolco» citas y datos del libro «Los días y los años» del autor.
Carlos Monsiváis, puso a Carmen Lira en la decisión de escogerlo a él o a Luis González de Alba, más tarde Monsivaís saldría por petición del gobierno Cubano a La Jornada, Elena no movió ni un dedo. Tras la muerte de Ernesto Bañuelos, a quien sus familiares lo arrebataron de Luis, este se volcó a exigir como derecho el concubinato para las parejas del mismo sexo, tiempo después esta petición le llevaría a aplaudir la Ley de Sociedades de Convivencia y el matrimonio, con sus reserva a este último, por su óptica sesentera de ir contra estas instituciones. En la década de los 90 se relacionó con el DJ, de El Taller, Carlos Arizmendi.
Luis entró a trabajar a Nexos, desarrollando principalmente el periodismo de opinión y de divulgación de la ciencia. Al momento de su muerte publicaba la columna semanal «Se descubrió que…» en la cadena de Grupo Milenio, en la que escribía sobre ciencia, política y acontecimientos del país. Además de sus participaciones en revistas y periódicos, publicó novela, cuento, ensayo y poesía. Era conocido su amor hacia la Hélade y la cultura griega, su pasión por defender el Estado de Israel, Luis amaba los animales, su último perro fue Yanko, un dálmata a quien lloró su muerte.
Durante los años setenta y ochenta estuvo relacionado con movimientos y personajes de la izquierda mexicana, hacia el cambio finisecular, la transición democrática y las experiencias vividas tanto en el PRD, como en La Jornada, lo convirtieron en un crítico de caudillos y personajes mesiánicos, así como de incoherencias de liderazgos de movimientos civiles, ello le valió la descalificación de parte de la izquierda, que se sintió retratada en los textos de González de Alba.
No todo en Luis González, era miel sobre hojuelas, se le tachó de misógino, cuando en realidad no lo era, es cierto gustaba de estar más con hombres homosexuales que con mujeres, por ello creo El Vaquero y El Taller, aunque no le ayudaba para nada hacer notar el maniqueísmo del “feminismo mal entendido”; se le tachó de transfóbico, por no darles entrada a sus espacios, cuando Luis había generado espacios identitarios para hombres gays, fue propulsor del modelo macho gay, de la cultura Leather y de los vaqueros citadinos. A Luis se le acusó de islamofóbico, quizás porque detrás de su crítica, no siempre acertada en este tema y otros, estaba de por medio sus querencias, en ese sentido su sobrino favorito, que realizó su servicio militar en un Kibutz.
Las últimas batallas que dio, fue para denunciar a los normalistas de Ayotzinapa, por sus continuos bloqueos, sus peticiones exageradas y la quema de una gasolinera donde muriera Gonzalo Rivas Cámara y tras la desaparición de los 43 estudiantes, responsabilizó a Andrés Manuel López Obrador de ello, por su cercanía política y partidista con la pareja municipal, señalo el trabajo que el gobierno federal, hacia esta desaparición contrastando con la posición de los padres y gran parte de la izquierda que señaló y denunció al gobierno de Enrique Peña Nieto como los responsables, este fue el último trecho que lo separó de “la izquierda popular o populista”.
Desde hace años Luis, vivía con VIH, además de que desarrolló una enfermedad familiar: el vértigo, mal progresivo que obligó a Luis a dejar la Ciudad de México y refugiarse en su amada Guadalajara, encerrarse en su casa y dejar de manejar y de salir de ella, al tiempo hubiera perdido la independencia y la dignidad humana por la que el había luchado. Su último acto, fue político y libertario. Luis escogió el 2 de octubre para poner fin a su vida.
Había dejado arreglado sus asuntos con la editorial Cal y Arena. Le arrebató al Estado el derecho a decidir sobre su muerte. Pidió no ser velado y que su cuerpo fuera cremado.
Foto y texto tomados de:
http://www.nexos.com.mx/?p=14286
http://www.nexos.com.mx/?p=12030
http://www.milenio.com/…/Gonzalez-Alba-revitalizo-nocturna-…
http://www.milenio.com/…/legado-Luis_Gonzalez_de_Alba_18_82…
http://www.proceso.com.mx/…/el-sida-se-hace-tema-central-de…
http://www.excelsior.com.mx/…/luis-de-la…/2016/10/06/1120878
http://www.milenio.com/…/…/muriendo-tiempo_18_129167093.html