Hoy es mi primera vez celebrando un día que no estarás presente, ya no podré colmarte de mis tonterías, ni escuchar tu humor negro, tu risa y tus comentarios de quien se acordó o no se acordó del día de la Madre.
Esa noche me fui a dormir muy cansado, pensando que Claudia exageraba sobre cómo te sentías… Bueno por lo menos necesitaba saber que no estaba cerca un final que inevitablemente se encontraba muy cercano.
Desperté ese día con un grito de Claudia y mientras ellas Claudia y Reina te atendían, Claudia me pidió ver tu mirada y al ver tu rostro comprendí de inmediato que partías.
Tuve el honor de mirar tus ojos y con mi mirada decirte cuanto te amo, puse la señal de la cruz, te di las gracias por tu vida, por tu amor a tu familia, por las miles de bendiciones que entregaste y te invite a irte en paz, sin temor, confiando y tu de tonta me hiciste caso, exhalaste el ultimo suspiro en mi rostro y te llevaste todo de mí, quedé hueco en ese momento, agradecido con Dios por estar en ese instante que tanto miedo tenias, maldiciendo por irte y traté de ser fuerte, macizo, duro con esa fe que tanto compartíamos, con ese amor de Dios que nos vuelve invencibles y abrí brazos, consolé bocas, entendí que debía ser el fuerte y ni una lagrima al observarte en tu cama.
En tu cuarto, con tu aroma, me quedé tan frio cómo tú misma, se me escapó la vida e iniciaron la película de recuerdos, por años fuiste mi mejor amiga, nadie conocía de mi vida como tu lo hacías, ningún psicólogo me desnudó como lo hicieron tus ojos, esa mirada canija que sólo con verme sabias cuándo pasaba el dolor en mi vida.
Vivimos mucho tiempo apartados, pero pobre de mi que no te hablara diario… Desde que te fuiste quite el timbre al teléfono, hablo con muy poca gente pues no soporto otra voz que no sea la tuya.
De repente caí, las fuerzas se fueron y termine en terapia intensiva con Covid y estuviste conmigo cada noche para no entrar en shock con el respirador y cada vez que me despedí de la vida estuviste presente aventándome de la cama, comprendí que al irme seria feliz de estar a tu lado, pero no podía darle eso a mis hermanos y familiares y tenia la responsabilidad de conservar con vida tu último aliento de vida que aventaste en mi rostro y pese a los pronósticos, pese de estar en la lista de muerte logré salir del hospital.
Batallando al caminar, sintiendo tanto dolor por todos lados, y aquí sí empeche a llorar y a ser agradecido contigo, pues nos entregaste tantos años de pasos con tanto sacrificio, de dolores de espalda, de problemas en tu estomago, tus huesos, tu cadera y aún con todo eso reíste conmigo como niña en el mar, me cargaste en tu andador, me hiciste cabida en tu cama para consolarme y a pesar de tus malestares dedicabas mas de una hora a escucharme y conociste a todas las personas que me echaban y envidiaban, a las que me quieren, a quienes fueron amigos y quienes me traicionaron, a mis amores, a mis pasiones, a mis proyectos, a mi fe en Dios, aprendiste a hablar de un Dios incluyente, que se abre a toda la humanidad no sólo a un pedazo de personas en la tierra.
En febrero cargando tus cenizas en mi cuello por fin me ordene y de nuevo estuvimos juntos, incluso ahora que me fatigo tan fácil, que siento que se me va la vida, te conviertes en fuerza vital.
Existen hijos e hijas que no tienen una relación santa con su madre como a mí me tocó.
Pero no se crean, mi gorda fue cabrona, me rechazó cuando creía que era un acto de amor y tuve que aprender a amar a mis amores, reconocer a un Dios liberador y nos costó mucho aprender y unir nuestras manos en la fe de un único Dios amoroso.
En tu funeral, bueno en tus funerales tuve que hablar de ése Dios, que nos permitirá un día unir de nuevos sueños te agradezco por dejar parte de ti en cada una de mis hermanas y hermanos.
Me dejaste en casa con Mary, una matriarca protectora y amorosa, tu nieta Andrea que fue quien me recibió del hospital y me llenó de amor y cuidados, Alex que estuvo a mi lado el día que regresé del hospital y pensé que iba a morir sin respirador y logramos pasar la noche, tus nietas, por Jorge y todas sus vueltas al hospital que terminó enfermo, Nancy y sus terapias para quitarme el dolor, Lupita y Claudia que terminaron sin carro y con tanta cirugía, Iván y Reina gracias por estar al pendiente, Norma y Héctor por estar al pendiente en especial de las niñas, y por Karlita y Eduardo que tan a la distancia se a quedado con toda su tristeza.
Madres acérquense a sus hijas e hijos, Dios en su sabiduría les da la oportunidad de amarnos con lo que somos, no nos abandonen.
Mantengan la puerta abierta de sus corazones y sean un abrigo a nuestros momentos difíciles, en un mundo donde grupos de extrema derecha siguen insistiendo en matar nuestros derechos, un mundo que nos violenta, agrede, nos aleja de la fe, nos arrebata a un Dios que en verdad es tan alejado del odio, rechazo, discriminación y odio.
Si realmente viniera Jesús de nuevo estoy seguro en que mesa se sentaría Dios y no seria con con todos esos grupos que insisten en poner una ley que ni ellos mismos cumplen por encima de la gente.
Si eres hijo, hija, hijoa, dale oportunidad a educarse a tu madre, no la confrontes, muéstrale video, háblale honestamente de cuánto sufres, como vives la discriminación y si no fuera posible acércate a Dios, en muchas iglesias del mundo como las Iglesias de la Comunidad Metropolitana, siempre tendrás una bienvenida, ese abrazo de familia y una caricia de madre difícil de substituir como dado con todo nuestro amor en el único Dios que enseña a amarte, amar a tus semejantes como a Dios mismo.
Hermosa, como le dijeras a Karla…….al infinito y más allá. Por siempre tu hijo amado.