Tenemos o no tenemos, algunos se van quedando al fondo del cajón por vergüenza a usarlos, los traemos escondidos pero a veces se asoman, unos se usan de diario y otros se reservan para ocasiones especiales y sí, hay fetiches y hay calzones que le quedan o no a nuestra personalidad (o a nuestra talla); los fetiches son como los calzones.
Mi fetiche más fuerte siempre ha sido el gusto por los calzones: verlos, tenerlos, usarlos,
comprarlos, modelarlos y hasta intercambiarlos, pero bueno, son mi fascinación.
Desde que tengo memoria (y un armario propio) es mi fetiche más conocido y mejor desarrollado que me ha llevado a tener la suerte de conocer chicos sexys de todos lados, tallas y personalidades. Lo mío es tener siempre más calzones.
Me encanta usarlos, uno por uno y en ocasiones más de uno a la vez, la cuestión es que los calzones pueden ser significativos para quienes nos complace depositar recuerdos que rodean (y llenan) tan bien esas prendas que vestimos, de modo que compilan información mental de nuestros gustos sensoriales como para darnos cuenta de lo que sí nos queda como fetiche.
Cuando alguien los sabe llenar bien esos recuerdos son más experiencias satisfactorias que van directo a nuestra colección de vivencias agradables, llenadoras, aprobadas por nuestros estándares de exigencia que definen los encuentros y citas que resultaron en hacernos sentir conformes con el momento, con la persona y lo que compartimos a solas (o en grupo;).
El que usas todos los días ese puede ser tu más grande fetiche, ese gusto erótico que busca ser cumplido de alguna manera, discreta o pública, y del cual no debes sentirte mal, si bien hay quienes tienden a verlos como “cosas extrañas” habemos quienes preferimos verles como un “invitado invisible” más del encuentro sexual, que puede estar muy presente, participar limitadamente o ausente por completo.
Comencemos a ser más claros cuando hablemos de nuestras fijaciones, con etiquetas entendibles, siendo explícitos y amplios para que nuestro ligue o pareja establecida sepa que es algo a lo que damos verdadera importancia.
Tenemos algunos que nos quedan más y otros que no, y eso lo sabemos cuando al compartir las anécdotas con amigues permiten que nos demos cuenta de que los fetiches establecen, en cierta medida, quienes somos como individuos en la intimidad y parte de la comunidad.
Guardarlo todo adentro no es lo más ideal, si no dejamos que otres los vean, básicamente aislamos nuestros fetiches de ser conocidos y poder ser satisfechos, o ¿Acaso ese gusto es más seguro sacarlo en el momento de la acción y sin avisar para darle una “gran sorpresa” deseable o desagradable para otres? Lo mejor sería mostrarlos (pero no por arriba de la ropa).
Me encantan las marcas, más las que se quedan en la memoria de los chicos que he conocido. Sean de lujo o muy simples siempre es satisfactorio saber que tuvimos un encuentro que dura, en los recuerdos que ambos vamos a guardar.
Para impactar más, para atraer mejor, para disfrutar sin pautas y hasta para complacer a otres, tú ¿Cuál fetiche usas hoy?