
Probablemente todos hemos escuchado la historia de «Jack el Destripador», el tristemente celebre asesino serial (o mejor dicho feminicida), que mató a cinco prostitutas en Londres, Reino Unido en 1888. Como toda historia de esta índole, la realidad se mezcla mucho con algunos elementos de ficción.
La historia oficial dice así:
En la ciudad de Londres, Reino Unido, en 1888, específicamente en el entonces marginal barrio londinense de Whitechapel (East End), cinco prostitutas fueron asesinadas en un periodo de algunos meses (entre abril y noviembre del ya mencionado año). Todas las víctimas fueron torturadas y mutiladas; sus crímenes ocurrieron por las noches y en los fines de semana. Aún con este modus operandi tan bien identificado del feminicida, la policía londinense nunca pudo hallar al asesino. La prensa le bautizó como «Jack el Destripador», y durante todo ese año, sus crímenes ocuparon los primeros planos de los diarios y sumieron a la población británica en la paranoia y la especulación. La ineptitud de la policía fue objeto de burlas, desprestigio y falta de confianza de parte del pueblo.
La victimas del asesino fueron Mary Ann Nichols, Annie Chapman, Elizabeth Stride, Catherine Eddowes y Mary Jane Kelly. Aunque los crímenes de estas cinco mujeres fueron los considerados «canónicos u oficiales» por la policía y la prensa, al asesino serial se le atribuyen otros crímenes más, aunque no hubo evidencias que lo comprobaran.
Nunca se halló al responsable. Se barajó una lista de cinco probables sospechosos: Montague Druitt, Severin Klosowski, Aaron Kosminski, Francis Tumblety….y el príncipe Alberto Víctor. Este último es precisamente en quién nos enfocaremos en este espacio.
El príncipe Alberto Víctor, Duque de Clarence («Eddy» para los amigos), era el primogénito del príncipe Eduardo de Gales (el futuro rey Eduardo VII) y de la princesa Alexandra de Dinamarca. Era ni más ni menos que nieto de la Reina Victoria de Inglaterra, que en ese momento ocupaba el trono. Es decir, era el heredero de la corona británica.

El príncipe Alberto Víctor ya había dado de que hablar por su supuesta homosexualidad o bisexualidad. En 1889 (un año después de los crímenes de «Jack el Destripador»), el príncipe se vio involucrado en el «Escándalo de la calle Cleveland». En dicho episodio de la historia, la policía británica encontró en la calle de Cleveland, en Londres, una «molly house», o sea, un «club de encuentro» o burdel homosexual clandestino.
Se desató un escándalo cuando, en las averiguaciones, salieron a la luz los nombres de muchas personas relevantes que eran asiduos visitantes de estos lugares, incluyendo al Duque de Clarence. Este suceso tan bochornoso (oootro escándalo de la Familia Real Británica), fue mencionado por Oscar Wilde en su famosa novela «El retrato de Dorian Gray».

«Eddy» era famoso desde niño por mostrar conductas crueles, sádicas y agresivas. Gustaba de la cacería y dicen que él mismo desollaba a los animales que cazaba con lujo de crueldad y frenesí sangriento. Fue el escritor francés Philippe Julliane quién afirmó que el Duque de Clarence estaba involucrado en los crímenes de «Jack el Destripador». Esto lo planteó en la biografía que escribió sobre el rey Eduardo VII. Según Julliane, Alberto Víctor embarazó a una prostituta. Para evitar el escándalo, mató a la mujer y luego a otras cuatro prostitutas más para encubrir el crimen y despistar a la policía. Otras versiones dicen que si no fue él, si fueron sus lambiscones, con el fin de tapar el escándalo. Si el príncipe realmente estaba detrás de los feminicidios, no es de extrañar por que el criminal nunca fue capturado.
Alberto Víctor falleció precozmente en 1892 en una epidemia de influenza. Su hermano Jorge tomó su lugar como heredero del trono (fue el rey Jorge V, abuelo de la reina actual Isabel II).
Observemos como algo que sucedió hace más de un siglo, sigue poniendo en la mesa casos tan actuales: los escándalos de la Familia Real Británica (ya ven lo de Harry y su esposa Megan), la intolerancia social hacía la libertad sexual y por supuesto los feminicidios, que tanto atormentan y tienen indignada a la sociedad internacional.
LECTURA SUGERIDA:
*Theo Aaronson: «Prince Eddy and the Homosexual Underground» , (1994) Ed. John Murray