
En un paso histórico hacia el fin de la epidemia, la Unión Europea aprobó esta semana el uso de una nueva inyección desarrollada por Gilead Sciences para prevenir el VIH. Este tratamiento de larga duración se administra cada pocos meses, ofreciendo una alternativa más cómoda y efectiva frente a la tradicional profilaxis preexposición (PrEP) oral.
La noticia ha sido recibida con entusiasmo por activistas y especialistas en salud pública, quienes subrayan que este avance podría cambiar las reglas del juego en la lucha contra el VIH.
Del AZT a la PrEP inyectable: una historia de resistencia y esperanza
Hace más de 40 años, el mundo conoció al VIH como una sentencia de muerte. En los 90, los tratamientos combinados con antirretrovirales transformaron la historia, convirtiendo al sida en una condición crónica. Dos décadas después, la llegada de la PrEP oral significó una herramienta poderosa para la prevención, pero no estuvo exenta de retos: adherencia diaria, acceso limitado y estigma persistente.
Hoy, con esta nueva opción inyectable, la ciencia vuelve a demostrar que la meta del fin de la transmisión del VIH para 2030 no es solo un ideal, sino una posibilidad real.
¿Y América Latina? Entre el avance y la deuda pendiente
Mientras Europa avanza hacia una era de prevención más práctica y accesible, en América Latina el panorama sigue siendo desigual. En países como México, Brasil y Argentina, la PrEP oral es parte de las políticas públicas, pero su cobertura es baja y enfrenta barreras burocráticas, falta de información y prejuicios.
La llegada de esta inyección plantea una pregunta urgente:
¿Cuánto tardaremos en verla disponible en nuestros países?
Organizaciones LGBT+ y colectivos de personas con VIH exigen que los gobiernos latinoamericanos actúen desde ahora para garantizar el acceso, porque la innovación no sirve si se queda en el Norte global. La prevención debe ser un derecho, no un privilegio.