Si pensábamos que «Pink: el rosa no es como lo pintan», la homofóbica película del cineasta Paco del Toro, pasaría al olvido rápidamente, estamos equivocados, de hecho su peli, acaba de estrenarse en el catálogo de Netflix.
Sin embargo, contrario a lo se podría aborrecer este churrazo, resulta que, «Pink», bajo el enfoque adecuado podría ser considerada una extraña joya cinematográfica.
Esta obra cúspide del cine de homofobia, género en el que Del Toro parece insuperable, es además la mejor comedia involuntaria de los últimos tiempos. Es tan mala que es buena. Malas tomas, pésimos diálogos y escenas tan ridículas que atentan contra la seriedad que el director quería darle.
Es excelente para ejemplificar los prejuicios hacia la homosexualidad. Cada escena presenta argumentos tan evidentemente prejuiciosos e infundados que la película hasta podría usarse como material educacional contra la homofobia.
Roberto Palazuelos en su papel de defensor de la diversidad sexual es digno de un premio Tv y Novelas. Sus diálogos parecen ser los únicos que tienen sentido en toda la película, sin embargo, todos y cada uno serán refutados con argumentos religiosos por parte de diferentes personajes.
Podemos odiar a «Pink» tanto como los homofóbicos odian a la comunidad LGBT o bien podemos vacunarnos contra los discursos de discriminación que aún andan por ahí.