
De todas partes de México e incluso del extranjero, las historias de sobrevivientes, voluntarios y rescatistas después del sismo del 19 de septiembre, siguen saliendo a la luz.

Muchos de esos relatos son de felicidad cuando se pudo rescatar a alguna persona, sin embargo, la gran mayoría fueron historias de dolor ante la pérdida de un ser querido o la desaparición del patrimonio en unos segundos.
Un joven rescatista, Agustín Rodríguez Aguirre, de 22 años y quien es subdirector de Protección Civil en el municipio de Ciénega de Flores, Nuevo León, no quiso ser sólo testigo del desastre.

Al enterarse la tarde del martes 19 de septiembre sobre lo ocurrido en la Ciudad de México decidió buscar la manera de ayudar y momentos más tarde, el mismo ímpetu de otro socorrista, ofreció a Agustín una manera de llegar hasta el lugar donde podría ayudar.
«Yo me encontraba trabajando. Eran como las tres de la tarde y un compañero rescatista hizo una convocatoria en Facebook. Había conseguido un camión tipo grupero, con literas y que sólo tenía 16 lugares y que quien quisiera ir que lo separara y yo le escribí que me interesa ir y ayudar. Teníamos que tener conocimientos en cuestión de desastres y pues ahí un cobro para lo del diésel».
Agustín quien lleva siete años perteneciendo a diferentes dependencias de Protección Civil, cuenta que no recuerda cuánto pagó, pero tiene claro que el monto fue voluntario y fue poco.

«Es mi trabajo…. Y lo hago por vocación y por servir», explica al preguntarle sobre por qué se dedica a salvar personas. La larga travesía que relata Agustín, ofrece una prueba de su voluntad, pues les tomó alrededor de 24 horas llegar hasta la Ciudad de México.
«Nos fuimos el mismo martes en la noche, llegamos el miércoles como a las 12 de la noche y llegamos directo a un derrumbe. Ahí había personal de Sedena (Secretaría de la Defensa Nacional) trabajando y nos dieron el acceso a siete rescatistas, entre esos iba yo y se hizo la recuperación de dos cuerpos sin vida y rescatamos a una persona viva. Esto fue en el metro Estación Ermita».

La ayuda faltaba en todas partes, pero se estaba concentrando en la capital, mientras que en otros estados, la muerte y la destrucción pasaban inadvertidos durante esas primeras horas que mantuvieron a una parte del mundo atentos a la tragedia en la Ciudad de México.
«Salimos y nos fuimos a mas derrumbes; en una misma noche entramos a cuatro derrumbes y ya nos fuimos a descansar y de ahí nos fuimos a Morelos ya que estaban solicitando ayuda en Morelos y anduvimos vagando y ayudando. Como no tuvimos un centro establecido por la cuestión de que el autobús traía baño y litera paras descansar, no teníamos un punto fijo».
Ahí, en Morelos, los rescatistas del grupo con el que iba Agustín, se coordinaron con Sedena y los militares les indicaban los puntos en donde se requerían rescatistas o paramédicos.

El viernes 22 de septiembre, Agustín, cuenta que llegaron a Jojutla, Morelos, donde siguieron ayudando, valorado pacientes y dando atención médica prehospitalaria. Ahí entraron a siete edificios y también ayudaron a descargar víveres. «Fueron 12 o 15 cuerpos y rescatamos tres mujeres», explicó agustín en la llamada que tomó para Ulisex!Mgzn.
«Lo que más impacto a pesar de todas las escenas fueron los niños, sin sus papás, sin sus mamás, sin un techo, sin una comida que lamentablemente estaban desamparados».

Agustín señala que el personal del DIF se hizo cargo de los pequeños que en una población de unas 10 o 15 cuadras, eran seis al menos los que encontró solos, sin familia.
«Me coordiné con los demás, tenia una cocina móvil y se alimentó a los niños y cuando llegó personal del DIF se resguardaron con ellos».
Para Agustín esta fue la primera vez que era testigo de un siniestro así. Casi una semana después regresó a Ciénega de Flores, donde las lluvias recientes causaron estragos.

«Estuvimos en la carretera a Nuevo Laredo del kilómetros del 27 al 30 por la obstrucción de a vialidad y aparte una persona que se aventó a un arroyo con corriente pero gracias a Dios no fue una pérdida de vida sino una operación de rescate», contó aliviado Agustín, una tarde luego de salir de su guardia en Protección Civil de su municipio donde, por cierto, han ocurrido muertes que podrían considerarse transfeminicidios.
Agustín, ha tenido que atender casos de mujeres trans que perdieron la vida en la carretera, donde tratan de obtener sustento como trabajadoras sexuales. Una problemática de marginación que se repite penosamente entre la población de mujeres trans de diversas partes de Latinoamérica.
A favor del Matrimonio Igualitario, Agustín, ha participado en las últimas cuatro marchas de la diversidad que ha habido en Nuevo León y es un ciudadano quien, a pesar de todos sus actos en favor de otros, carece de los mismos derechos por pertenecer a la población LGBT.
Tan sólo uno de los ejemplos que existen sobre cuanta injusticia existe en negar los derechos de un grupo de personas, basándose en la orientación sexual o identidad de género.