
MONTERREINA .-¿El corazón de una muchacha de la Edad Media en el centro de la capital de Nuevo León? Para encontrar la respuesta, es necesario remontarnos al siglo XV, cuando se popularizó la veneración de una joven santa cuya historia está marcada por dos perspectivas teológicas opuestas: la devoción folclórica y la ortodoxia cristiana. Conocida como Santa Librada o Santa Wilgefortis, su vida es objeto de controversia en la tradición religiosa debido a la interpretación de su martirio y la presencia de elementos legendarios en su culto.
La historia tradicional cuenta que Librada era una princesa cristiana. Cuando su padre intentó forzarla a casarse con un príncipe pagano, ella oró fervientemente para que su belleza fuera destruida y así evitar el matrimonio. Según la leyenda, su oración fue escuchada y le creció una barba, lo que hizo que el príncipe rechazara la unión. Furioso, su padre la mandó crucificar, convirtiéndola en mártir por defender su fe y su deseo de permanecer virgen. Esta narrativa es una mezcla de simbolismo religioso y elementos de resistencia personal, y ha sido reinterpretada como una expresión de autodeterminación frente a las normas sociales impuestas.
En tiempos recientes, una de las discusiones más polémicas sobre Santa Librada es su consideración, no aprobada por la Iglesia, como una santa LGBT o queer. Su iconografía, que la representa como una mujer barbuda crucificada, ha sido reinterpretada como un símbolo de disidencia de género y resistencia a las normas impuestas. No es la única figura en la historia del cristianismo que ha sido reivindicada por la comunidad LGBT. Otros santos han sido reinterpretados desde esta perspectiva, como San Sergio y San Baco, dos soldados romanos considerados por algunos historiadores como una pareja, o San Sebastián, cuya iconografía ha sido adoptada como un símbolo de la diversidad sexual en el arte y la cultura popular.

SAN SERGIO Y SAN BACO
El origen folclórico de Santa Librada y sus diversas denominaciones en diferentes países, como Santa Eutropia, Santa Liberata, Santa Livrade, Santa Comba, Uncumber, Kümmernis, Ontcommene y Starosta, hacen de su historia una leyenda con distintas raíces culturales. Su culto se consolidó en el siglo XV, cuando su nombre empezó a aparecer en breviarios y martirologios cristianos.

SAN SEBASTIÁN
En el santoral católico, Santa Librada fue conocida como la patrona de las mujeres malcasadas, aunque en 1969, el Papa Pablo VI la eliminó del calendario litúrgico junto a otros santos cuya historicidad era dudosa. A pesar de esto, su figura sigue siendo venerada en distintos lugares del mundo, incluyendo Latinoamérica.
Santa Librada también es reconocida como la patrona de la Liberación en Colombia y ha sido resignificada en el arte, el feminismo y la teoría queer, convirtiéndose en un icono de resistencia contra la imposición de roles de género y los matrimonios forzados.
En México, su presencia es tangible a través de una reliquia conservada en la Parroquia Nuestra Madre Santísima de la Luz, en Monterrey, Nuevo León. Se trata de un cráneo atribuido a la santa, traído desde el Vaticano a finales del siglo XIX para fortalecer la fe de la comunidad. La reliquia ha sido restaurada y actualmente se encuentra expuesta en una urna especial para su veneración.
A pesar de su exclusión oficial del santoral, Santa Librada sigue viva en la devoción popular y en los discursos contemporáneos sobre género, religión y resistencia. Su imagen barbuda y crucificada, otrora un misterio para la Iglesia, hoy representa una inspiración para quienes buscan desafiar las normas impuestas y reivindicar la diversidad en la historia sagrada.