Si algo he de reconocer del sexenio de AMLO es que ha sido de todo menos aburrido. Desde que llegó al poder, López Obrador ha generado amores y odios, y aquí en U!M hemos estado atentos a sus aciertos y desatinos, sobre todo cuando se trata de la comunidad LGBT+.
Y para no pecar de lo mismo que acusaba el presidente a los medios de comunicación críticos de su gestión, al mismo tiempo que incurría en acciones que desde sus conferencias mañaneras propiciaban la llamada infodemia, seré breve y conciso.
Lo bueno:
- Políticas sociales: No podemos negar que AMLO se puso las pilas en cuanto a las ayudas sociales. Las becas para jóvenes, pensiones para adultos mayores y apoyos a personas con discapacidad han sido un alivio para muchísimas familias que realmente lo necesitaban.
- Austeridad republicana: ¿Qué tanto le funcionó? Eso es debatible, pero al menos AMLO sí le bajó los humos a los salarios de los altos funcionarios y recortó algunos lujos del gobierno, algo que prometió desde el principio.
- Obras faraónicas: El Tren Maya y la refinería Dos Bocas son parte de su legado, proyectos que, para bien o para mal, pretenden revitalizar sectores como el turismo y la producción energética. El tiempo dirá si fue una buena apuesta.
Lo malo:
- Pandemia, ¿qué pasó ahí?: El manejo de la COVID-19 fue, siendo sinceros, un desastre. Mientras muchos países tomaban medidas drásticas, acá las respuestas llegaron tarde y mal ejecutadas. Miles de vidas se perdieron por no actuar con más rapidez y seriedad. Todos tenemos amigos, familiares o conocidos que perdieron la vida durante la pandemia. Sin embargo tales muertes pudieron haberse evitado si el presidente pusiera en práctica la autocrítica y el reconocer los errores.
- Desabasto de medicamentos y crisis de salud: Uno de los golpes más fuertes de su sexenio ha sido el desabasto de medicamentos, en especial para personas con VIH y pacientes con cáncer. El sistema de salud se ha precarizado a niveles alarmantes, con hospitales sin recursos, personal médico sobreexplotado y pacientes dejados a su suerte. Las promesas de mejorar el sector salud quedaron en palabras, mientras miles enfrentan la falta de tratamientos esenciales.
- Violencia descontrolada: Las promesas de paz y seguridad quedaron como buenos deseos. Los homicidios y la inseguridad se mantuvieron al alza, y la realidad en las calles sigue siendo de miedo.
- División y ataques constantes: Su discurso polarizante, siempre en contra de los medios, de la oposición y hasta de la comunidad LGBT+, ha dejado a un país más dividido que nunca. Su actitud de «estás conmigo o contra mí» no ha hecho más que agrandar la brecha social.
- Desastres ambientales: Los megaproyectos, en especial el Tren Maya, han sido señalados por su impacto ambiental. La devastación de áreas naturales y la afectación a comunidades indígenas son preocupaciones que AMLO parece no escuchar.
Al final, el sexenio de AMLO deja una mezcla de esperanzas cumplidas y promesas rotas, que para el nivel de la polarización sembrada desde las mañaneras, ha vuelto imposible para unos reconocer los aciertos de la administración que termina así como para otros los errores y abusos de funcionarios y hasta del propio presidente han resultado imperceptibles.