SEÚL.- En Corea del Sur los soldados gays y trans sufren violencia, hostigamiento y discriminación generalizada a causa de la penalización de las relaciones sexuales con consentimiento entre hombres en las fuerzas armadas, ha declarado Amnistía Internacional con ocasión de la publicación de un nuevo informe en el que se explica por qué debe derogarse esta legislación injusta.
Serving in Silence: LGBTI People in South Korea’s Military, revela el impacto destructivo que tiene en las personas LGBTI la penalización de las relaciones homosexuales con consentimiento en las fuerzas armadas del país. El artículo 92-6 de la Ley Penal Militar del país castiga las relaciones sexuales entre hombres miembros de las fuerzas armadas, tanto en servicio como fuera de servicio, con penas de hasta dos años de prisión, en virtud de una disposición sobre “actos ofensivos”.
“El ejército de Corea del Sur debe dejar de tratar a las personas LGBTI como si fueran ‘el enemigo’. La penalización de las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo es devastadora para la vida de numerosos soldados LGBTI y tiene repercusiones en la sociedad en general”, declaró Roseann Rife, directora de Investigación de Amnistía Internacional sobre Asia Oriental.
“Este entorno hostil fomenta el abuso y la intimidación de hombres jóvenes que guardan silencio por miedo a que se tomen represalias en su contra. Ya es hora de que las fuerzas armadas reconozcan que la orientación sexual de una persona es completamente irrelevante en lo que concierne a su capacidad para prestar servicio en el ejército”.
En Corea del Sur, todos los hombres están obligados a prestar servicio militar durante un mínimo de 21 meses. La penalización crea un entorno que tolera —e incluso fomenta— la discriminación basada únicamente en la identidad de la persona. Aunque la penalización sólo es aplicable dentro de las fuerzas armadas, el hecho de que aproximadamente la mitad de la población esté obligada a prestar servicio militar en una etapa temprana de la vida hace que la penalización tenga un impacto social significativo. Muchos exsoldados y soldados la consideran tóxica.
Los soldados que hablaron con Amnistía Internacional dijeron que experimentaron intimidación, violencia y aislamiento como resultado de la penalización de la actividad sexual entre hombres en las fuerzas armadas.
“U”, exsoldado que había estado hacía diez años en el ejército, recordó cómo los abusos que había sufrido lo habían llevado a intentar suicidarse: “Una noche vi cómo abusaban sexualmente de un soldado. Ante el enojo de este, la persona que estaba abusando de él, que era su superior, comenzó a golpearle encarnizadamente y lo obligó a beber del retrete. Unos días después, el soldado que había sufrido el abuso tomó la decisión de denunciar el incidente y me pidió ayuda.”
Cuando el soldado de rango superior se enteró de la posible denuncia, amenazó con propinar a “U” una paliza de la que no iba a poder recuperarse.
En palabras de “U”: “Entonces me sometió a violencia física y humillación durante tres horas en las que me obligó a practicar sexo oral y anal con la víctima inicial mientras que hacía comentarios provocadores como ‘¿No quieres acostarte con este afeminado?’”
Muchos soldados contaron a Amnistía Internacional que en el ejército se comete violencia sexual contra hombres gays o presuntamente gays. El abuso suele presentarse como un castigo que se impone a los soldados “que no son lo suficientemente masculinos”, a tenor de “señales” que incluyen caminar de forma “afeminada”, tener la piel más clara o hablar en un tomo más agudo.
Fuente: Amnistía Internacional