México celebra 211 años del inicio de la guerra para convertirse en una nación soberana e independiente. En el transcurso de este tiempo, el país ha sufrido transformaciones impresionantes en todos los campos: político, social, cultural y hasta sexual.
La libertad sexual del presente, ha sido resultado de un proceso muy largo y complejo, sobre todo por que México fue educado socialmente bajo el concepto del «Machismo», que aún en el presente, sigue tendiendo una presencia muy incómoda en la sociedad.
La diversidad sexual no es ninguna moda ni mucho menos una epidemia o plaga de los últimos tiempos (como mucha gente ignorante aún piensa en el presente). Siempre ha existido, su presencia se remonta a la época prehispánica.
Aprovechando estas fechas, y ya que hablamos de las primeras civilizaciones que habitaron el país, ¿alguien se ha preguntado como se vivía la sexualidad en aquella época?
Según los estudios recientes, parece ser que las civilizaciones del norte y del sur del país, eran un poco «más tolerantes» en estos temas. En algunas vasijas y grabados encontrados en los estados del sureste, donde floreció la Cultura Maya, se han hallado plasmadas escenas de amor homoerótico.
Sin embargo, los mayas no eran precisamente tolerantes con la homosexualidad. Al que cometía este acto, se le quemaba vivo en hornos ardientes. No obstante, se permitía que los hombres jóvenes tuvieran sexo con otros varones. Esto era preferible al sexo prematrimonial. Incluso les conseguían esclavos sexuales en los botines de guerra. La doble moral también es muy antigua.
El explorador español Alvar Núñez Cabeza de Vaca (1488-1559), afirmaba haber encontrado hombres casados con otros hombres en los territorios del actual estado estadounidense de Texas (que fue parte de México antes de anexarse a los Estados Unidos en el siglo XIX). También en el territorio del actual Sonora, era común ver a hombres vestidos de mujer. Y esto era tolerado socialmente.
Mientras que en el México central, la historia era muy diferente. El monje evangelizador Fray Bernardino de Sahagún (1499-1590), mencionaba en sus escritos que la reacción general de los indígenas del centro del país ante el pecado nefando (como llamaban entonces al acto homosexual), era de asco y rechazo. El fraile narró también la existencia de los xochihua («el que porta la flor»), que eran hombres que se vestían, hablaban y comportaban como mujer. O sea, lo que hoy describimos como una mujer transgénero.
Estos hombres, según relata el fraile, eran empleados por «sus señores», para tareas femeninas como tejer, hilar o sembrar, pero también para sus «vicios».
Según Sahagún, también se usaba la palabra cuiloni para referirse al hombre homosexual. No obstante, Hernán Cortés (1485-1547) revelaba en sus relaciones de viajes, que la homosexualidad era bastante habitual en la gran México-Tenochtitlan. Sin embargo, ni Cortés ni los frailes católicos, pueden ser una fuente fidedigna para tratar temas como la sexualidad, en un mundo sometido por el poder de la Iglesia Católica.
En Texcoco, reino antiguo asociado con el Imperio Mexica o Azteca, las leyes del rey Nezahualcoyotl (1402-1472), condenaban el acto homosexual, pero eran más duras con quién asumía el rol pasivo. La pena para el acusado de asumir este rol en el acto homosexual era ser quemado con ceniza ardiente.
Se dice también que los baños temazcales, eran la versión de entonces de nuestros clubes de encuentro o baños saunas contemporáneos, y que era común ver en estos sitios a hombres sosteniendo relaciones sexuales con otros hombres.
En el panteón divino de los aztecas, existen también algunas manifestaciones de diversidad sexual. Un claro ejemplo es Centéotl, el dios del maíz a quién, en ciertas festividades, se le adoraba ataviado con ropas de mujer; Metetotl y Mayaguey, son las deidades del maguey, representadas indistintamente en versión masculina y femenina, mientras que el dios Ometéotl, también era representado en su «versión femenina» como Omecíhuatl.
Por otro lado, la prostitución masculina también existía entre el pueblo mexica / azteca. Ellos también tenían a su deidad protectora. Se trata de Xochipilli, la versión masculina de Xochiquetzal, la diosa protectora de las prostitutas.
Por otra parte, el religioso Fray Alonso de Molina (1513-1579), autor del diccionario Vocabulario en lengua castellana y mexicana y mexicana y castellana, menciona la palabra patlache que, según su definición, significa «mujer inmunda» o «mujer con pene». Esta era una forma de referirse a las mujeres lesbianas.
Quizá el vestigio más vivo que nos queda en el México actual sobre las prácticas sexualmente diversas del México antiguo, sean las Muxes, mujeres transgénero originarias del actual Juchitán, en Oaxaca, que gozan de reconocimiento y respeto entre su comunidad. Hoy en día, las muxes han alcanzado un reconocimiento y fama notables en todo el mundo.
Es increíble que en la actualidad, existan muchas personas que siguen negándose a aceptar que el ser humano es un ser sexualmente diverso. Hay que seguir luchando y haciendo conciencia entre la gente para fomentar la tolerancia y el respeto. Y celebremos un año más a México en sus inicios como un país independiente, pero también celebremos los avances que existen en torno a la libertad sexual…y lo que todavía nos falta.
LECTURA SUGERIDA:
*Stephen Houston: «La sexualidad entre los mayas», Revista «Arqueología Mexicana» vol. XVIII pag. 38-45.
*Oliver Huilhem: «Entre el “pecado nefando” y la integración, La Homosexualidad en el México Antiguo», Revista «Arqueología Mexicana» vol. XVIII pag. 58-64.