
Seguramente has escuchado o leído la palabra «woke» recientemente y si no, lo más probable es que eso ocurra muy pronto. Y es que su relevancia pese a varias décadas de haber surgido, ha alcanzado una nueva magnitud en medio del debate entre derecha e izquierda en varios países.
Pero ¿Por qué es tan importante?
El término «woke» proviene del inglés y originalmente significaba «despierto», en el sentido de estar consciente o alerta.
Su uso se popularizó en los años 60 en el contexto de las luchas por los derechos civiles en Estados Unidos, refiriéndose a estar consciente de las injusticias sociales, especialmente relacionadas con el racismo.
En la actualidad, «woke» se ha ampliado para abarcar una postura de conciencia social y apoyo a causas progresistas, como la igualdad de género, los derechos LGBT+, la justicia ambiental y la lucha contra cualquier forma de discriminación.
Sin embargo, también se ha vuelto un término polarizante. Para algunos, ser «woke» es sinónimo de estar comprometido con el cambio social. Para otros, especialmente en ciertos sectores conservadores, se usa de manera despectiva para criticar lo que consideran un exceso de corrección política o «activismo exagerado».
Lo «Woke» en el contexto gringo
En la campaña presidencial de Estados Unidos en este 2024, el término woke fue utilizado principalmente por el Partido Republicano como una crítica hacia las políticas progresistas defendidas por los demócratas.
Donald Trump y otros republicanos lo emplearon para cuestionar medidas relacionadas con la equidad racial, la educación inclusiva y los derechos LGBT, describiéndolas como excesivamente ideológicas o contrarias a los valores tradicionales de Estados Unidos.
En este contexto, «woke» se convirtió en un término cargado que, según los republicanos, refleja una agenda «radical».
Por otro lado, los demócratas, liderados por Kamala Harris, rechazaron esta narrativa y defendieron políticas que promueven la diversidad, la igualdad y el progreso social como necesarias para garantizar los derechos humanos y combatir la desigualdad estructural en su país.
Esto reflejó una estrategia de polarización, donde «woke» no solo designó posturas políticas, sino que también actuó como un símbolo de los valores en disputa en el electorado estadounidense.
La descontextualización de lo «woke»
El término woke comenzó como algo positivo, asociado con la conciencia social y el compromiso por combatir injusticias, especialmente en temas de racismo y derechos civiles.
Con el tiempo, especialmente a medida que los movimientos progresistas ganaron mayor visibilidad, sectores conservadores comenzaron a tergiversar el término.
Actualmente, lo utilizan para referirse despectivamente a iniciativas de inclusión y justicia social, acusándolas de ser exageradas, ideológicas o contrarias a valores tradicionales.
Este cambio refleja una estrategia política para desacreditar políticas progresistas relacionadas con los derechos de las minorías, como las personas LGBT+, las comunidades racializadas y las mujeres, presentándolas como amenazas a las normas establecidas o incluso al sentido común.
De esta forma, lo que originalmente buscaba empoderar y crear conciencia se transformó en un arma política para movilizar a ciertos sectores conservadores y generar oposición hacia las causas progresistas.
Es un ejemplo clásico de cómo los términos y conceptos sociales pueden ser reconfigurados en función de intereses políticos y culturales.
El largo recorrido «woke»
El término «woke» ha recorrido un largo camino desde su origen como un llamado a la conciencia social y la justicia. Hoy en día, su uso refleja las profundas divisiones y tensiones en la sociedad moderna, donde la lucha por la igualdad y la justicia se enfrenta a la resistencia de aquellos que ven en estos movimientos una amenaza a los valores tradicionales.
Al entender la evolución y el contexto de «woke», podemos apreciar mejor las dinámicas que moldean el discurso político y social actual, y la importancia de mantenernos informados y críticos ante los cambios en nuestro entorno.