
En las próximas elecciones, tenemos el poder de decidir con nuestro voto.
Esta elección no se trata sobre los candidatos LGBT. Los derechos para las personas de la Diversidad Sexual no son el centro de la decisión que debemos tomar el próximo 6 de junio.
Y aunque se han dado acciones afirmativas para aumentar la participación política de gays, lesbianas y trans, lo real es que en las próximas elecciones, la decisión que debemos tomar es otra. Mucha atención.
Algo que muy poco nos han dicho a los mexicanos, es que las elecciones intermedias, o sea toda elección ocurrida tres años después de la elección del Presidente de la República, tiene la función de ofrecer una oportunidad a los ciudadanos y a los partidos de oposición, para modificar el escenario político.
Ya sea, para plantear un contrapeso al poder o de plano cambiar de dirección.
En el escenario político actual, el poder ejecutivo, ha demostrado su peso, desde antes de entrar en funciones, pues incluso avasalló a su predecesor, una vez que la actual legislatura llegó al Congreso.
A tres años de aquél momento, ya cada quién ha percibido los resultados de la administración actual y el partido gobernante.
Con lo que han hecho hasta ahora y la mayoría que ya tienen en el Senado. Lo más claro es plantearnos si le deberíamos dar más poder a ese poder y preguntarnos qué tanto puede mejorar nuestra situación o qué tan duro nos puede joder la existencia misma.
¿Somos pobres o somos ricos? ¿Nos manejan bien o nos manejan mal? ¿Qué otras opciones tenemos?
Aquí, es donde la toma de decisiones se vuelve más compleja y parte de otra historia. La cual propongo que sigamos analizando.