Normalizar la violencia machista en la política

Normalizar la violencia machista en la política

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Es un golpe bajo, recurrir al insulto, para desacreditar a un adversario político, pero es más bajo aún, si el adversario es mujer.

Es violencia machista, cuando Gilberto Lozano, dice ante medios de comunicación que una de las facultades de la Senadora Lili Téllez, es «meterse un plátano completo en la boca».

Es clasismo, cuando Lozano, descalifica a Téllez como supuesta conductora de programas gruperos, (La confundió con Ivonne Álvarez).

Es clasismo también, cuando Lilly Téllez llama «Changoleón» al senador Fernández Noroña. Y cuando el diputado Gabriel Quadri le dice «señor» a la diputada Salma Luévano, es violencia de género.

En conjunto, lo anterior pone en evidencia una característica del sistema político y el debate público en México: El bajo nivel del discurso, incluso al interior de los mismos partidos o los grupos de opositores, así también entre oficialistas.

Cuando los actores políticos, carecen de argumentos para afrontar el debate, lo más común es que su discurso, sin importar la plataforma desde cual se emita, dejará de comunicar, hechos o ideas y comenzará registrar, falacias, insultos y descalificaciones.

Por el contrario lo menos común, es que los actores políticos reconozcan que sus adversarios tienen la razón.

Sin embargo, el debate público, es de importancia fundamental para toda democracia, ya que permite el escrutinio del poder, así como la diversidad e intercambio de opiniones en aras de la toma de decisiones por el bien común y muy importante, que todo esto, ocurra de manera pacífica.

No obstante lo anterior, en el caso particular de México, es habitual que los albures y el doble sentido subviertan el objetivo de todo discurso político partidista, que es convencer. Es así que han surgido términos para la posteridad del sistema político como los «otros datos» cuya única finalidad es sostener el mayor tiempo posible, un dato no verificable, es decir una vil mentira.

Violencia de género en el discurso político

Aclarado lo anterior, vale a pena resaltar que cuando el discurso va dirigido a socavar la credibilidad de una persona, la violencia de género esa la herramienta, pues niega escencialmente un principio básico de la en sociedad moderna, o sea la igualad de hombres y mujeres.

No se trata sólo de uno, sino de dos golpes bajos, pues en el caso de Lozano contra Téllez, el primero desacredita a la segunda con una falacia ad hominem, es decir aludiendo a sus virtudes en el sexo oral, lo cual, es en el fondo violencia machista, únicamente porque Téllez es mujer.

En los dichos de Gilberto Lozano se aprecian al menos cuatro , buscan engañar, sobre la integridad o juicio de sus adversarios políticos, por varias razones.

1.- Porque ser o parecer persona en situación de calle y tener un temperamento agresivo, no te quita capacidad de raciocinio.

2.- Porque ser conductora de programas gruperos no interfiere con tus derechos políticos, por ejemplo, ser candidata a senadora o a gobernadora de Nuevo León.

3.- Porque meterse un plátano completo a la boca no es motivo de vergüenza para quien tiene tal virtud,

4.- Por el contrario, sí es un motivo de vergüenza, para quien recurre a plantar semejante idea en el público, con el único fin de desacreditar a un adversario, ostentando, una auto-concedida, autoridad moral.

https://twitter.com/analucia_medina/status/1566797524094095364?s=20&t=m3WRXZs9tUAiCRFzbUmDrQ

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