Desde muy niño, su ilusión fue el baile, de niño quería ser bailarín de ballet, al no poder cumplir sus sueños, sus padres lo metieron a gimnasia olímpica junto a uno de sus hermanos, cosa que le permitió tener una agilidad sorprendente. Estudió en la secundaria diurna 115 “Iván Petrovich Pavlov”, terminándola en 1983.
La mía era la FEFA (Federación de Estudiantes de la Fila de Atrás), la de Alberto, Gerardo, Hugo, Adrián, Martín, el Diablo…
Dos bandas, de muchas más que poblaban los pasillos de Periodismo en la (ahora) FES Acatlán.
Y siempre coincidíamos, inevitablemente, en el estacionamiento, en el Tercer Mundo, o en las múltiples fiestas que organizábamos donde nos emborrachábamos y platicábamos de música, cine o libros.”
Alejandro se inició en el periodismo en Notimex en el área de cultura, cubriendo teatro y cine. Alejandro Cárdenas, era un hombre afable, de trato fácil, pero detrás de esa personalidad bromista se escondía una persona con convicciones, entregada a su trabajo y comprometida con su familia. Era un excelente bailarín y un entrañable amigo, como lo recuerda Roberto Fiesco:
“Precisamente en Guadalajara, en 2003 -sabiendo de tus grandes dotes dancísticas- se me ocurrió sacarte a bailar salsa en una fiesta de la prensa. Te negaste indignado, pero años después muchas veces nos resarcimos de aquella noche y le sacamos brillo a la pista ante el asombro de muchas concurrencias, lo mismo bailando «September» que «Yo no sé mañana». Creo que nunca tendré otro compañero de baile tan bueno como tú, ni otro amigo tan lleno de consejos, o que me lleve a ver «Mentiras», o con quien se pueda platicar horas de la vida, de las emociones profundas, de Ripstein, del cine, de los otros… y de tantas miles e inagotables cosas acompañadas de inagotables risas.”
Una de las frases más socorridas de El Príncipe era: “Dame una declaración y te haré una nota”, según él llegó hacer más de 20 notas para Notimex en una sola noche. Trabajó para Stage One MexicoPero ¿Por qué se le llamaba El Príncipe?:
“Lo de Príncipe no es un formalismo. Así se hacía llamar él mismo. El título nació de una de tantas veladas entre bromas y café, en una edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara, festival al que asistió con fidelidad, como quien viaja cada año a La Meca. Decía ser El Príncipe y quienes lo conocimos de años sabíamos que lo decía medio en broma y medio en serio”
Alejandro fue periodista cultural – cine, teatro, teatro musical y crítico de cine. Fue editor en el Sol de México y de Gossip, a y periodista cultural en distintos medios como el Universal, La Prensa, Esto o el Ovaciones, ello no lo limitó a encontrar en la internet otro medio para publicar sus columnas y observaciones, no por nada fue miembro fundador de El Sitio de México. Él escribió un libro sobre la historia del Festival Internacional de Cine de Guadalajara, junto con su amiga y colega, Raquel Peguero. Como editor y jefe es recordado como una persona excepcional, Sughey Ramos, así se expresa:
“Era un 21 de agosto de 2001, mi primer día como becaria en El Universal, entré después que todos porque un becario había renunciado a tan sólo un mes de iniciado su trabajo ahí; era tal mi nervio que no pude ni desayunar. Recuerdo me pasaron primero con Felipe Morales, quien era el editor del suplemento al que entré llamado ¡Por Fin! y posteriormente con Alejandro Cárdenas, él me recibió con un «bienvenida, vas a aprender mucho pero también te vas a divertir», y así fue gracias a él.
Recuerdo que cuando teníamos nuestros maratónicos cierres de miércoles y cuando más estrés había, se paraba a la mitad de la zona donde estaba su equipo, junto al de Espectáculos y Cultura, y nos decía, «muchachos tranquilos, vamos a respirar», entonces se ponía hacer posiciones de yoga (…) Sughey, búscate un buen hombre y cásate, el amor vendrá después», fue el consejo que me dio y me mató de risa cuando la soltería nada más no me quería abandonar. Me dejaba faltar al trabajo cuando me iba a mis retiros religiosos desde el jueves, me traía libros de España cuando se iba al Festival de Huelva y tenía una paciencia de santo para explicarme cosa de la profesión.”
Alejandro entró al servicio público como maestro y ayudó a formar varias generaciones de la Facultad de Estudios Superiores de Acatlán, de la UNAM, así como a muchos reporteros que lo seguían, como lo menciona Eduardo Santana:
“Recuerdo la clase de Alejandro de ¿Géneros periodísticos? como un oasis en la universidad… Su pasión por el cine y la literatura fueron un ejercicio pleno de solidaridad y generosidad… Luego, los muchos cafés y pláticas fueron también muestra de que el rigor no es sinónimo de solemnidad y de que el trabajo cotidiano también puede ser una aventura.”
Trabajó para el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes –durante la administración de Rafael Tovar y de Teresa- y en la Secretaría de Cultura como coordinador editorial. Fue colaborador de diversos festivales de cine como el Festival Internacional de Cine de Guadalajara y el Festival Internacional de Cine de Morelia. Su generosidad era probada, para muestra, Claudia Pacheco:
“La última vez que te vi fue en el pasado Festival Internacional de Cine en Guadalajara. Aquella vez, te comenté que todavía no había comido y sin pensarlo, me dijiste que tomara un pan de la charola que llevabas cargando. Fue tan sólo una de muchas muestras de generosidad que recibí de tu parte. Gracias por guiarme en el cine cuando no entendía de qué se trataba la fuente. Gracias, porque bailamos y nos divertimos muchas veces en varios festivales”.
Alejandro era cinéfilo irredento y consumado, era su pasión, su vida. Él podía contar anécdotas e historias salpicadas de cine, que embelesaban a quien lo escuchaba o quién le leía en sus notas y entrevistas. Su amor al cine, lo llevó a integrarse más tarde al Instituto Mexicano de Cinematografía –durante la administración de Jorge Sánchez- desde donde apoyo a la creación de FilminLatino, del que fue su coordinador editorial. Alejandro llegó a ser uno de los comentaristas preferidos de la entrega de los Arieles, su amigo Sergio Raúl López, lo recuerda de esta manera:
“Hace cosa de dos años y a invitación del querido Martz Rolando, compartí cámaras con el señor Príncipe, don Alejandro Cárdenas, para comentar las incidencias de la quincuagésima novena entrega del Ariel para las cámaras del programa TV Cinescape de Mexiquense TV hace prácticamente dos años en el Palacio de Bellas Artes. No sería la primera ni la última vez que compartimos micrófonos.”
En marzo pasado, en el marco del Festival Internacional de Cine de Guadalajara se enteró que sería homenajeado con el Premio Guerrero de la Prensa a la Trayectoria Periodística, hecho que lo tenía muy feliz. El Príncipe fue testigo del nacimiento de El Premio de la Prensa en una de las tantas veladas en el marco del Festival de Cine de Guadalajara, con la participación de una decena de colegas y amigos. Alejandro, fue siempre generoso, no importaba que no fueras su alumno o que no trabajaras para él, siempre tenía algo que aportar a tu vida, apoyó festivales como Cine en las Calles, donde también llegó a ser conferencista, para otros, la enseñanza fue más directa, en el trabajo, como así lo descubrió Gil Camargo:
“A pesar de que ya nos conocíamos, nos reencontramos en un FICM. Ahí, cómo reportero primerizo, no solo me enseñó la dinámica de un festival, me demostró lo que podía lograr sin confiaba en mí mismo y me dio mis jalones de oreja cuando olvidaba los rígidos protocolos periodísticos.
Cárdenas y yo, como adictos a la azúcar, siempre nos compartíamos golosinas cuando íbamos al cine —bueno, más bien yo se los robaba— y no dudábamos en echarnos un café con pan de dulce cuando podíamos —todos sabemos de su amor por la panadería—.
Me llamaba “Chispita” porque tengo el ingenio necesario para contestarle sus bromas. Siempre nos mostramos cariño siendo bullies entre nosotros.”
Sus compañeros de trabajo reportan que Alejandro, asistió a trabajar como todos los días y al salir a comer sufrió un infarto fulminante en la cafetería de El Sol de México. El Príncipe, fue atendido en el lugar por los oficiales en turno pero cuando llegó la ambulancia ya había fallecido. Los servicios funerarios fueron en el Velatorio y Crematorio del IMSS Doctores 1. Calle Rafael Lucio 237. Col. Doctores.