
Tenia 15 años y estaba en tercer año de secundaria,
y como siempre, desde años atrás, en la fiesta para las madres en mayo 10, yo me ofrecía o me escogían para declamar algo, en esa ocasión seria el poema «El brindis del bohemio,» la fiesta era al aire libre, y yo estaría en el cuarto turno, el estelar, después del coro y de dos bailables.
Pero justo al terminar el segundo bailable, minutos antes de mi intervención, se desato la tormenta con todos los demonios sueltos, todo mundo corrió a resguardarse y la función se suspendió, al salir todos al patio corriendo, me fije que entre las sillas abandonadas estaban dos personas a las que reconocí de inmediato, eran mi madre y mi abuela materna, totalmente empapadas, porque mi abuela ilusionada por escucharme se negó a abandonar el lugar, ella ya estaba enferma y no muy lucida que digamos, y nadie pudo convencerla que se resguardara de la lluvia, mis lagrimas se confundieron con las gotas de la lluvia, hable con ella y le prometí que mas tarde les daría la función
en forma privada para ellas dos en casa, así lo hice y creo que nunca lo he hecho mejor ni he sido mas aplaudido.
Gracias por leer mi anécdota.
Hozkar Aguila Majestuosa.