La especie humana tenía muy pocas probabilidades de sobrevivir: somos animales débiles, lentos y pelones pero por fortuna (o infortunio), nuestro cerebro se desarrolló y (en algunos casos), tuvimos la inteligencia necesaria para usarlo: conforme comenzamos a inventar cosas: el fuego, la rueda, la palanca, hacer herramientas y utensilios, nos fuimos convirtiendo en una especie menos indefensa hasta dar un giro radical a nuestra debilidad y convertirnos en dominantes destructores del planeta.
Nuestra creatividad nos saca de aprietos todos los días, porque no está reservada sólo para artistas y genios, las personas de a pié la usamos para todo y todo el tiempo porque CREATIVIDAD es sinónimo de SOLUCIONAR.
Resolvemos todo, desde el ocioso “¿Qué me pongo?” a la hora de vestirnos, hasta la nanotecnología y otras cosas complicadísimas que requieren horas y horas de estudio e investigación, pero en general no reconocemos esos actos como creativos.
A la CREATIVIDAD se le ve como algo tan raro, tan fuera de este mundo, que en ciertas manifestaciones se le premia: los Oscares, los Grammys, los Emmys, y hasta premios Nobel a los literatos (y algunos trovadores).
¿No resulta una contradicción que se premie con tanto bombo y platillo algo tan cotidiano? Si todos usamos la creatividad cada día ¿cómo es que premian a los “más creativos”?
Se premia la creatividad para controlarla: para hacer que nuestra “vena creativa” tome un sentido más o menos direccionado y que no estalle, porque si hay una característica peligrosa en los grupos sociales y las personas, es la creatividad porque es el mayor generador de desobediencia.
Para ser creativos, requerimos de ingenio, autonomía y libertad y quien no ha desarrollado estas tres cualidades, simplemente reproduce, obedece y sigue instrucciones sin chistar: no razona si no que resuelve a partir de silogismos básicos.
Aunque se hable poco de ello, la creatividad también se asocia al libre ejercicio de la sexualidad en cualquiera de sus millones de posibilidades y cuando ambas combinan, resultan en grandes explosiones de placer rebelde, capaz de hacer frente a cualquier cosa, pero este, precisamente es el ángulo más peligroso de la creatividad: cuando se esta se impulsa con energía sexual, y por ello es el principal blanco de los ataques de las instituciones controladoras, iglesias, escuelas y estados por ejemplo, porque además de impulsarse, ¡se retroalimenta y crece!.
Esto supondría que aquellas personas y grupos sociales que ejercen más libremente su sexualidad, fueran más libres, más resolutivas, más creativas (y claro, más sanas y felices) pero parece que no es así.
Han estado sucediendo muchas cosas dentro y fuera del país, cientos de eventos criticables desde la ultraderecha “obediente” que ponen en riesgo la libertad de todas las personas en todo el continente americano: mujeres, latinoamericanos, afro descendientes, indígenas, discapacitados y claro, la cereza del pastel: gays, lesbianas, bisexuales y trans, somos atacados impunemente a lo largo y ancho del continente bajo los mismos argumentos y frases, pero lo vemos como una “amenacita local”.
Parece increíble que estemos teniendo asesinatos tan frecuentes de personas trans (particularmente chicas), sumadas a distintas agresiones a lesbianas y gays (hasta donde se ha difundido), y la “comunidad” permanezcamos sentados frente al computador exclamando aullidos de pseudo dolor en Facebook sin tomar acción alguna.
Se desata una fuerte ola de reaccionarismo que nos amenaza con fuerza y violencia y aquí estamos, muy sentaditos y mansos, y no se nos ocurre más que responderles con las misma fórmula mediocre que ellos usan: Nos paramos en sus marchas a tratar de que tomen nuestro “buen camino” y “los acusamos con la miss” (o sea, revelamos los nombres de algunos sacerdotes que tienen sexo con hombres esperando que esto los ofenda y pisando la dignidad que tanto hemos defendido).
¿Dónde está nuestra creatividad?
¿Dónde quedó nuestra ludicidad? ¿nuestra inventiva? ¿nuestra capacidad de reírnos hasta de nosotros mismos?
¿Por qué no hemos respondido más que con un par de “memes” medianamente interesantes?
Me preocupa saber si en verdad estamos dimensionando el problema porque parecería que no.
Tenemos grandes voces hablando en nuestra contra, las cúspides de las iglesias, algunas instituciones, varios políticos y no pocas empresas que cosecharán lo sembrado: el odio se ha propagado y anda por ahí merodeando, de manera que aquellas personas que tuvimos algún día como medianamente simpatizantes o al menos “tolerantes”, hoy nos dan la espalda y nos rechazan con odio y asco.
No servirá de nada ponernos a hablar con ellos porque no tienen la intención de escucharnos y evidentemente “nos agarraron de su puerquito” (van detrás de cosas mucho más importantes que el medio LGBT: quieren el control absoluto y están yendo a por él), y nosotros nos escudamos en la simplona respuesta: “La comunidad LGBT no está unida”.
¿Qué hacer entonces?
Esa es una respuesta que cada quien, cada grupo y persona debe pensar muy bien, pero entender que somos diversidad.
Esta vez va en serio. Nuestra vida, nuestra supervivencia, dependen de ello.
P.D:
Buena la respuesta que tuvimos con el tema del “Imperio Gay”, pero por lo visto, no fue ni remotamente suficiente