Los gatos; seres que han acompañado a la humanidad más allá del lazo animal, forman parte de la imaginación, la mitología y a veces hasta de las pesadillas. Las obras literarias y fotografías que presentamos a continuación, fueron creadas bajo los efectos de la atracción gatuna.
Hastío Felino
Rafael Góngora
He estado aquí antes,
con mi cola rozando tus pies.
Mi tímida compasión te corroe,
tu luz quiero desvanecer.
Permíteme acercarme,
prometo no alejarme,
el frío se aproxima,
espero no te deprima.
Busca en mi pelaje
tu fiel cobijo,
oscuridad errante,
pedestal sombrío.
Mis patas te calman,
cierran pestañas,
adormecen el cuerpo,
acarician tus sentimientos.
Tus ojos evocan
somnolencia ilícita.
Mareos culpables,
descansa, lo necesitas.
Amar es mezquino,
dormir, mi delirio.
Quédate conmigo
hastío felino. ᴥ
El Hombre Gato
Odiseo Valle de las Heras
Daniela estaba preocupada desde hacía días, llegó a la cita, tras una larga travesía en transporte público, primero en un camión y luego en el metro hasta el consultorio. Llevar a su hermano hubiera sido cuando menos complicado.
-Busco al doctor Santos. Tengo una cita, pero llegué tarde. Por favor, ojalá el doctor me pueda atender, ¡plis, plis plis!.- Aventó la preocupada muchacha sobre el mostrador de una desprevenida secretaria incluso antes de decirle – Ah, y buenos días, señorita-.
– Ehhh… Buenas tardes será. M’ija, el doctor ya se fue hace rato a comer- , le respondió la secre, que estaba a punto de dar el primer bocado de arroz con vegetales y pollo en su sagrada hora de tomar los alimentos.
– Pero si de aquí lo estoy viendo y está sentado viendo su teléfono. ¡Ay ándele! Ahí está, me urge que me atienda. Por favorcito ¿sí?
La ceja de la secretaría estaba en modalidad despectiva. “Perra descubriste mi mentira, déjame tragar en paz, llegaste tarde”, centelleaba su mirada tratando de fulminar a Daniela que ya estaba pasando al consultorio.
– ¡Dooooctor!- le llamó desde la entrada y avanzó casualmente.
– ¡Nooo m’ija! ¡Óyeme no! No te puedes pasar así como burra sin mecate.- Trató de atajar su paso la secre, elevando el tono, pero Daniela ya había abordado al doctor.
-Santos, ¿Te acuerdas de mí? Soy la hermana de…
-¿Eres Dany?
-Discúlmente doctor, se metió así nomás. M’ija, esperate a que el doctor se desocupe. Ahorita vemos si te puede atender.- Se atravesó felinamente la secre entre la muchacha y el joven doctor.
– ¡Dany! ¿Cómo estás?- Respondió el saludo el doctor – No hay problema, Cecy, yo la conozco.
– ¡Jaime! Ay que bueno que te acordaste de mí.- En el beso y abrazo al doctor, con la mirada sacó Daniela a la secretaria del consultorio, “Órale gorda, vete a tragar tu comida de dieta”.
-¿Qué te trae por aquí, Dany? Mil sin verte ¿Qué cuenta tu hermano?
-¡Ay! Por eso vengo a verte. Estoy muy preocupada. ¡El güey es un gato! Se cree gato ¿Qué pedo? O sea… cómo te explico que el vato, se cree un pinche gato. Un puuuto gato, hazme el rechingado favor, Jaime. Tengo miedo, que esto no sea un juego y no sé esté simplemente desquitando conmigo por no hacer mis deberes en la casa.
– A ver ¿Qué? ¿De qué chingados me hablas?, siéntate y explícame.
– ¡Jaimee! El güey llegó un día de trabajar. Como era quincena traía ganas de derrochar como habitualmente. Eso fue la semana pasada, el viernes. Se fue de fiesta y así. Hasta el lunes en la mañana que me iba al trabajo. ¡Que lo vooy viendo! Ahí estaba tirado enfrente de la casa, dormido. ¡Hijo de la chingada! No traía cartera, ni llaves. El carro quién chingados sabe dónde lo dejó… Bueno, el caso es que ya lo metí a la casa, lo puse en su habitación casi a rastras, el vato estaba en calidad de costal. En fin, nueve horas después que regresé de mi trabajo, el güey la había dejado patas pa’ arriba, hecha un desmadre. Pensé que nos habían asaltado otra vez. Literal, Jaime, se había tragado todo lo que estaba en el refri y lo dejó abierto, luego literalmente hizo garras uno de los sillones de la sala. No sé qué putas le está pasando, pero ahí noté que algo no anda bien.
-¿Y luego?
-Pues en la noche. Pinche frío de la chingada, pero ahí estaba en la sala durmiendo en calzones con Morris y Ringo.
-¿Con quiénes?
-Con los gatos.
-¿Drogas?
-No creo. Lo estuve viendo, no se ve alterado.Bueno… Salvo porque actúa como gato, pues todo está normal. Cómo te explico…
-¡Ah! ¿Y qué pasó después?
-Es lo que más me preocupa, se ha estado comportando como gato. Haz de cuenta que estás viendo a un gato. Se sube a los muebles, se pone a jugar con los otros gatos. Tira y rompe cosas. Tú lo conoces y eres psiquiatra. Debes saber cómo tratar esta cosa que le está pasando a mi hermano.
-Te juro que no me lo imagino. A pesar de que lo conozco muy bien y desde hace años.
– Mira, tomé unas fotos. Le valió madre, el posó muy orgulloso,como cualquier gato… que sabe para qué es una cámara.
-Está desnudo.
-Sí, así tiene toda la semana. Te digo que es un gato. No habla, sólo hace ruidos y a veces como que maulla.
-¿Queeé? No lo puedo creer, ni porque lo estoy viendo. Tenemos que ir a tu casa.
-Gracias Jaime, necesito tu ayuda. No sé qué está pasando y tengo miedo por lo que pueda llegar a pasarle a mi hermano.- Su angustia, las lágrimas al borde de sus ojos le pedían a Jaime desesperadamente “Y dime que no me vas a cobrar la consulta plisss”.
Jaime, sólo tomó su teléfono y las llaves de su coche y partieron rumbo a la casa de Daniela y su hemano. En el camino, el psiquiatra, pensaba en la noche de viernes que estaba por dejar ir para ir en busca de alguien en quien no pensaba hacía varios meses… “Ushhh..Y yo que pensaba que ya nunca más iba a volver a ver a este cabrón en mi puta vida”.
-Oye, Jaime, no creas que no he notado que no has mencionado el nombre de Juan en todo este rato. Por favor dime si te incomoda que te haya venido a pedir ayuda. Te ofrezco mis disculpas por molestarte si es que lo he hecho al quitarte el tiempo así. Pero de igual forma te agradezco que estés dispuesto a apoyarme para salvar a mi hermano. Eres la única persona que podía ayudarlo en este momento- Daniela se metió y salió de su propio enredo.
-No, para nada. No te preocupes.- La brevedad de la respuesta de Jaime no fue importante. Ambos estaban ansiosos por ver a Juan. Una lo había perdido de vista unas horas, mientras que el otro, un par de años atrás. Pero la terrible visión de encontrarlo convertido en alguien que ya no les reconociera o que ellos ya no reconocieran, nunca se materializó.
Cuando llegaron, el hombre gato ya no estaba en la casa.
– ¿Crees que como cualquier gato se haya escapado y más tarde regrese?- Preguntó Daniela a Jaime con el tono angustiado tras revisar cada habitación y no encontrar a su hermano.
-Honestamente no sé.- Respondió el doctor, temiendo ahora que tendría que empezar la búsqueda de su ex.
Daniela , desanimada se dejó caer sobre un desgarrado sillón. -¿Y si se golpeó en la cabeza? No sé ¿qué tal si al caer de algún lugar o algo le golpeó la cabeza, se desmayó y luego los gatos lo ayudaron a revivir? Él adoraba los gatos.¿Qué le voy a decir a mi mamá? Se va a morir. Sábete que nuestra mamá está muy enferma y también está muy deprimida desde lo de su accidente.
Ojalá pases a verla, a veces pregunta por ti. De paso le recetas algo, porque no entiende y ocupará que alguien le explique lo que le está pasando a Juan. ¿Neta, crees que regrese?
– Neta, si acaso le pasó algo como lo que dijiste, espero que regrese enfundado en leather y con un látigo. Si eso pasa, le tomas más fotos como las que me enseñaste y cuando las vea te voy a decir qué tanto me interesa tener contacto con él otra vez y también te voy a decir qué tanto le afectó ver las películas de Tim Burton. Hasta entonces me hablas.
-¡Ay peerdooón!, sólo atinó a responder indignada la chica, mientras observaba a Jaime salir de la casa apresurado.
Tras meses de búsqueda la familia sufrió se desgastó y se quedó sin esperanzas. El caso de Juan, “El Hombre Gato”, se convirtió en un mito urbano. Las fotografías habían aparecido en las publicaciones más amarillistas. “El Hombre Gato al desnudo” “Las fotos del verdadero Hombre Gato”, “Catman”… Hicieron reportajes, investigaciones, programas especiales. Luego su caso apareció en un capítulo de “Misterios sin Resolver”. Unos muchachos de una universidad, hicieron un cortometraje.
Alguien más hizo playeras, las vendió, hizo un poco de dinero y como se sentía un poco culpable por lucrar con la imagen de alguien a quien no conocía, decidió escribir un cuento, porque necesitaba reivindicar su conciencia. Luego entonces, cuando libre de culpabilidad se sintió, con el ego recién alimentado, se fue a dormir, pensando en Juan “El Hombre Gato”.ᴥ
Ulisex!Mgzn 118
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