Adiós a Roberto Cruz Arellano (1958-2018)

Adiós a Roberto Cruz Arellano (1958-2018)

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(México D.F. 3 de septiembre 1958-Ciudad de México 29 de septiembre de 2018)

Hijo de León Cruz, quién tocaba la guitarra en las fiestas familiares y de Paloma Arellano. Estudió en la Escuela Secundaria No. 39 Ramón Domínguez, de donde salió en 1975. Lo recuerda de la siguiente manera:

“Fue una etapa bellísima, a mí generación le tocó el cambio del calendario sabatino. Esto es, nosotros teníamos que ir los sábados, pero a mitad del segundo año, cambió ese calendario y ya no tuvimos que ir”.

Roberto, perteneció al grupo Lambda de Liberación Homosexual. Actuó en la obra “Fiesta San Luis” de Alejandro Celia donde lo apodaron “Sandra La Salamandra”. Era un amigo discreto, en el que se podía confiar, durante algún tiempo hizo mancuerna con la cantante Brenda Marín con quién realizaba en San Ángel unas tertulias poéticas y literarias a la vez que se volvía su confidente sentimental.

Egresó de la Lic. de Letras Hispánicas de la UNAM, fue docente de literatura de 1981 a 2016. A Roberto le gustaba mucho Sor Juana Inés de la Cruz, sobre todo su filosofía de vida, de la cual hacía un parafraseo:

“Yo sólo estudio, no para saber más, sino para ignorar menos» me encanta su filosofía de vida, y su sabiduría. Y continuando con sor Juana, nos indica que nosotros somos los únicos responsables de nuestro destino. “… ¿pues para qué os espantáis de la culpa que tenéis?, queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis.» y nosotros tenemos que aceptar lo que hemos hecho. No hay vuelta de hoja”.

Era asiduo a Los Martes de El Taller y miembro de la Iglesia de la Reconciliación, por más de diez años. A finales del 2017 se le averió su laptop, que lo alejó un poco de las redes, hacia 2018 se perfilaba como uno de los votantes por AMLO. Sobre su participación en la Iglesia de la Reconciliación, Juan Carlos Cheverny nos da el siguiente testimonio:

“A Robert (como yo le decía) lo conocí como parte de la Iglesia de la Reconciliación por el año 2001, luego dejó un periodo de asistir y regresó para integrarse a las actividades del «coro». Siempre lo veía con su inseparable amiga Luisa Teresa de Palacio.

Cuando yo me integré a las actividades logísticas Robert y yo tardamos en acoplarnos, yo a su forma de colaborar y él a mi forma de trabajar, tuvimos diferencias, pero nada que no fuera de momento, nunca se retiró molesto y si algo le incomodó siempre fue discreto (cosa que agradezco). En las fiestas era una de sus almas, de buen comer y buen bailar.

Los últimos tres años nos acoplamos bien en el trabajo en Reconciliación (él desde su voluntariado y yo desde lo administrativo y logístico). Ambos logramos comprendernos y respetar nuestras diferencias para tolerar o pasar por alto lo que nos llegara a incomodar.

Siempre llegaba con un retraso de tiempo pero nunca dejó que ello le impidiera saludarme y preguntar ¿cómo estás? Y se retiraba igual, tranquilo, para irse a comer con sus amigos luego del Servicio de Adoración. «Cuídate, nos vemos el domingo» me decía… Yo le respondía: ¡¡¡Ay Robert!!! ¡¡¡Robert!!! Dios quiera y lleguemos»… Sólo reía y contestaba: «pues sí»…

Fue solidario a su forma, discreto con los agobios de la institución, incluso cuando una de esas almas malas -que abundan- le dijo: «¡¡¡vayámonos a otra Iglesia, ve!!! Aquí ya nadie viene» (yo lo escuché tras bastidores), él respondió: ¿y cómo por qué me voy a ir si yo me siento a gusto aquí?…
Su cumpleaños coincidía en fechas con el fallecimiento del Rvdo. Rodolfo Albarrán, por lo que varias veces pasó inadvertido por el duelo; este año el Rvdo. Alejandro hizo un espacio especial para recordar su aniversario, cosa que agradeció al dirigirnos unas palabras, debo decir que tenía muy buena dicción y manejo del público, él esperaba que la vida le diera más años, sin embargo el último día que le vi fue el domingo 9 de septiembre y rutinariamente le dije: ¡¡¡Robert!!! ¡¡¡Robert!!! Dios quiera y esto siga… Sólo rio…

Los domingos 23 y 30 de septiembre no llegó, se nos hizo raro. El martes 2 de octubre me dieron la noticia. Si bien no fuimos grandes amigos, si existió aprecio y agradecimiento, voy a extrañar su presencia y apoyo, que todo pasa, lo bueno pasa, lo malo también pasa, sólo el alma permanece. Gracias Robert y que trasciendas pronto.”

Roberto, era una persona sencilla, siempre sonriente, cordial y afectuoso, excelente bailarín. Roberto llevó el proceso de la tecnología como mucha gente de su generación, al principio mandaba por correo las tarjetas de navidad, luego vino el internet y mandaba las imágenes al correo y llegando FB, subía las imágenes navideñas para gozo y disfrute de sus amistades. De igual manera utilizaba el Whattsapp para mandar saludos y bendiciones todos los días a sus amistades.

Falleció la madrugada del 29 de septiembre, de un infarto al corazón mientras dormía.

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