
Ese día pintaba para ser otro sábado por la noche como cualquier otro. Recuerdo que tomé las llaves de la casa, prendí el celular para ver la hora y me percaté que ya se hacía tarde. Pero siempre es bueno hacerse esperar, ¿no? Luego, fui bajando por la avenida con la esperanza de encontrar un taxi que pudiese llevarme a mi destino. Sin embargo, tres hombres se encontraban sentados al lado de la acera, observándome con desprecio y, justo cuando pasé frente a ellos, los tres me gritaron a coro: “¡camina como hombre!”, y soltaron una carcajada.
Debo admitirlo, una parte de mí quiso dar media vuelta y mostrarles un gesto manual con mi dedo de en medio, pero otra parte de mí solo corrió y corrió calle abajo, preguntándose: ¿a qué se referían con su grito machista y homofóbico?
Quizá esperaban que en mi caminar “como un hombre” mirase con la frente en alto, o con el ceño fruncido o haciendo algún gesto masculino como frotarme la entrepierna. No obstante, a medida que las carcajadas se fueron difuminando, pensé en el significado de la masculinidad. Y más profundamente, en las expectativas que las personas tienen sobre este género. Aun así, pude darme cuenta que la masculinidad es muy frágil, porque no solo está llena de prejuicios, sino que, además, está llena de miedos y odio contra lo que pudiese “amenazar” su existencia.
Nadie, jamás, ha dicho: “se te nota mucho (o poco) lo heterosexual”, porque esperan que, siendo hombres, nuestra masculinidad destaque. Pero siendo un hombre homosexual, ¿qué hay que ocultar? Y más importante, ¿por qué ocultarlo? Al parecer los estereotipos promovidos por series y/o telenovelas alteraron nuestra realidad, representándonos como monigotes caricaturizados; relegados a un cuarto plano y siendo un accesorio más de nuestra sociedad. Aunque, no son los estereotipos a los que quiero responsabilizar, sino que a nosotros, homosexuales todos, quienes ocultamos algo que es tan natural como expresar nuestro orgullo de ser nosotros mismos, estando cobijados y resguardados por los seis colores de la bandera de arco iris.
Puede que no sea un secreto que tú, yo, ella o él… todos nosotros seamos homosexuales, parte de una grandiosa comunidad, no obstante, debes saber que no hay razón para ocultar lo que se siente como natural, sino que, ahora es tu deber expresarla con el mayor de los orgullos. Porque, después de todo, caminando como hombre o no, no significa nada si no eres fiel a ti mismo. Sólo así podremos librarnos del machismo y su homofobia.