
Si para las grandes empresas, la contingencia por el coronavirus ha resultado en retrasos, pérdidas de capital y de fuentes de empleo, para millones de artistas y casas productoras independientes, el impacto es mayor.
Por mencionar un ejemplo. La comunidad Drag Queen que se reunía recurrentemente en plan festivo generando trabajo para artistas y prestadores de servicios, ahora con la cuarentena sólo puede hacerlo de manera virtual, lo que pese a un mayor alcance, no representa el mismo beneficio monetario para dichas personas que dependían en diferentes proporciones de ese ingreso.
La realidad es que las transmisiones en vivo en cualquier red social, no sustituyen a un concierto u obra teatral, como los que se hacen en cualquier parte del mundo. Aún nos falta mucho para descubrir la manera de equiparar, lo que se hacía antes antes con lo que se puede hacer ahora o que se podrá hacer en un nuevo contexto post-covid y que hoy sólo podemos sondear con escenarios hipotéticos.
Así que lo único seguro, es que la reinvención del contacto con el público, imprescindible de muchas formas para incontables artistas, no se va a dar gracias a las dinámicas que ya existían antes de la llegada de la pandemia. Eso aún está por venir.
Pero mientras esa nueva forma de relación artista-público llega, veremos toda clase de propuestas y un duro proceso de adaptación de la comunidad artística.