
En Estados Unidos, la transición presidencial se está poniendo explosiva: Un grupo de senadores republicanos, planean rechazar el resultado del conteo electoral, contado y recontado, sin rastros de los fraudes que los trumpianos afirman falsamente que existen.
Pero cambiar el resultado de la elección gringa, ya es algo imposible de hacer.
Hoy, el vicepresidente, tiene el mandato constitucional de declarar al ganador de la elección presidencial ante el Congreso y Trump, le ha pedido al VP, su lacayo oficial, Mike Pence, que rechace los resultados.
Acción que el vicepresidente, no tiene facultad para hacer.
Esto, luego de que se filtró el audio de una llamada de Trump a funcionarios electorales del estado de Georgia, donde les exigió que sacaran de alguna parte, los 11mil votos, que requiere para cambiar los resultados electorales. Básicamente les pidió que dijeran que habían calculado mal.
Tranza que simplemente se negaron a hacer.
Luego, ayer, un funcionario electoral de Georgia, desmintió en una rueda de prensa, todas y cada una, de las patrañas del presidente Trump, sobre el supuesto fraude electoral, y las traía apuntadas en una lista, porque eran muchas.
Sin embargo, admitir la derrota, es para Donald Trump, algo impensable de hacer.
Y justo ahorita, ha reunido a varios miles de sus seguidores, creyentes del supuesto fraude, para «luchar» por su amachinamiento en la Casa Blanca. Están siendo expuestos a discursos incendiarios, a la espera de que Trump, les dirija una gran apalabrada de irracional y antidemocrática actitud de mal perdedor, que podría detonar la violencia.
Algo que todos temen que se atreva a hacer.