Parte 1
Dentro de los activismos que reivindican los derechos de la comunidad migrante, LGBT+ o de los movimientos feministas existen muchos que no ejercen una crítica al aparato político económico del estado, ya sea que no lo consideran parte del problema o bien que lo consideran una problemática de segundo plano. Es así que el capitalismo, en su faceta más salvaje; el neoliberalismo, ha subsumido diferentes luchas, para a través de ellas legitimarse como “la verdadera democracia”, sin embargo estos activismos light o de élite sólo generan mayores privilegios para un sector blanco y acomodado, como lo es en el caso de México.
Decimos que se generan privilegios porque sólo se puede acceder a estos “derechos” si se cumplen ciertas características que la estructura político económica del capital impone, características como son poseer cierto nivel de estudios, pertenecer a cierta clase socioeconómica, vivir en determinadas zonas del país, tener cierto color de piel, etc, de lo contrario el acceso a los derechos no sólo se dificulta sino que se imposibilita. Por eso aseguramos que se generan privilegios y no derechos, pues son para las élites y no para las mayorías.
Cuando decimos que el capital subsume nos referimos a que se apropia algo que era ajeno a él, pasó con la navidad y está pasando con las reivindicaciones sociales. Este fenómeno no sólo es eficaz como publicidad para el régimen neoliberal, que lo utiliza como hemos dicho para autoproclamarse un régimen libre y democrático, sino que además se convierte en un mercado muy rentable. Es así que las estructuras político económicas transforman los derechos en mercancías, despojándolos a su vez del origen social del que nacieron.
Estos fenómenos son aún más evidentes en países que sufrieron (y sufren) colonialismo. Así por ejemplo de México se suele decir que la suya es una sociedad mestiza y multicultural, esto es falso en tanto que no hay igualdad, ni equidad entre los diferentes pueblos y diferencias del país, de hecho existe una fuerte emulación de lo extranjero, de identificación con el opresor, tipificado en el modelo occidental de hombre blanco, heterosexual y exitoso (dentro del capitalismo) y al mismo tiempo una desvaloración de lo indígena, de la piel morena, de la mujer y las identidades no binarias, al respecto de este último se suele decir que si no eres blanco, rico y con un nivel educativo alto, tú no eres gay/lesbiana, sino un pinche puto o una pinche machorra.
Por estas razones es necesario asumir los diferentes activismos desde una perspectiva de clases ya que de lo contrario no sólo no estaríamos transformando las estructuras verticales de poder (es decir piramidales), sino que además podríamos engañarnos a nosotros mismos con la creencia de que estamos atacando el problema de raíz. Cuando en realidad sólo pasaríamos a formar parte del mercado que legitima al neoliberalismo como democrático; el mercado de los privilegios y supremacismos, disfrazado de derechos.
Asumir un activismo desde una perspectiva de clases implica luchar contra el estado neoliberal y los privilegios de clase, que hacen que los derechos sean privilegios de las élites dominantes, para generar auténticas conquistas democráticas. Más allá de la retórica, es claro que si los derechos no están al alcance de todos no hemos ganado mucho.
Se dice que la ideología dominante es la de la clase dominante, por ello debemos luchar sí contra la(s) ideología(s) dominante(s), pero también desde el aspecto político económico contra el resto de esa “clase dominante”, que en países como México ha instaurado la colonia y se ha desarrollado a lo largo de su historia, desde el clasismo, la pigmentocracia, ciertos tipos de violencia de género y distintos odios, formas de pensar que excluyen de las conquistas sociales a quienes no encajan dentro del modelo de esa “ideología dominante”.
Si no luchamos contra el orden neoliberal (capitalista) no podremos romper con el esquema de opresiones que este impone a todo lo que este fuera del supremacismo heteropatriarcal de clóset, pues como hemos dicho, en descarada hipocresía se aprovecha de estas “conquistas” para legitimarse como “democrático”.
Los derechos seguirán supeditados a las oligarquías (en su mayoría de «onvrez» pero con algunas destacadas mujeres) mientras los activismos no luchen de forma horizontal, creando alianzas entre causas y estableciendo agendas comunes, así pues si las luchas siguen divididas y se excluye a la conciencia de clase como factor de primer orden en las mismas, las “conquistas” serán en el mejor de los casos dádivas de la clase dominante y por lo tanto no se podría hablar de verdadera libertad.
Otro mundo es posible.