La discriminación por homofobia, bi, trans o lesbofobia, es un asunto grave. Implica una alto grado de prejuicio y por tanto, de desconocimiento por parte de quienes la padecen. A diferencia de la homosexualidad, la homofobia sí es un mal que aqueja a millones y pone en riesgo a la humanidad.
Recordemos el tiempo de la segregación afroamericana en los Estados Unidos desde la esclavitud hasta el siglo XX, o el mismo fenómeno en Sudáfrica, el Holocausto nazi o la inquisición en América Latina durante la Colonia; todos son episodios oscuros de la Historia de la Humanidad y son sólo algunos de los más recientes ejemplos. Asimismo, podemos mencionar los crímenes de los milicianos de ISIS en Medio Oriente contra homosexuales si se desea ser más actual, el caso es que la discriminación al extremo, basada en prejuicios de superioridad o creencias religiosas conlleva sin remedio a la autodestrucción.
Es autodestrucción cuando un ser humano atenta contra la vida de otro pensando en el bien de la raza humana o en función de lo que Dios quiere. Las razones para los millares de asesinatos de personas gays, lesbianas, bisexuales y trans a lo largo de los siglos, pueden ir desde la visceral furia hasta motivos divinos. La verdad, es que ninguno ha tenido la razón.
Vivimos en tiempos similares a los de Galileo, juzgado por decir que la Tierra giraba alrededor del Sol y que había más planetas con ella girando. En ese entonces, la primera década del siglo XVII, sus opositores usaban como argumento para desacreditar, la desavenencia al dogma religioso y por ejemplo que no podía haber otros planetas, puesto que Dios no creaba cosas inútiles (¿les suena similar el alegato?). La ciencia haría con el tiempo que estas ideas quedaran en el olvido.
Hoy los más avezados proponen teorías evolutivas para explicar la homosexualidad del Homo Sapiens, tal y como ya se ha investigado en otras especies, desde insectos hasta primates. Paul Vasey, de la Universidad de Lethbridge y Qazi Rahman, coautor de «Born Gay y The Psychobiology of Sex Orientation», fundamentan en sus distintos estudios la hipótesis de que la homosexualidad tiene un fin reproductivo. No entremos en detalles, únicamente comparemos lo difícil que es comprender esto para una persona guiada por un dogma tal como a las personas del 1600 de Galileo.
Así, la homofobia es quizá la respuesta natural de las sociedades a todo lo que implique no reproducirse o a lo que es diferente e incomprensible. Como sino hubiéramos ya descubierto cosas sorprendentes sobre nuestro mundo o nuestra especie o no se pudiera descubrirse nada más.
El tiempo pondrá a cada quien en su lugar. La Ciencia lo está haciendo pero mientras eso ocurre y se completa, tal como se ha entendido por todos que la Tierra gira alrededor del Sol, la homosexualidad navegará como idea en la memoria de la humanidad para ser reconocida, quién sabe cuando, no como minoría, sino como una característica evolutiva de nuestra especie y la homofobia quede ahí como recuerdo de una época estúpida en nuestra Historia.