El 3 de julio de 2012, escribí un artículo a propósito del triunfo de Enrique Peña Nieto, en las elecciones federales, comicios que ganó con el más bajo porcentaje de votos obtenidos por los anteriores candidatos priistas que llegaron llegaron a la presidencia.
En aquél entonces México era un país diferente. Comparto aquellas conclusiones en el afán de que la veinteañera opinión de aquél momento, emanada de quien escribe, para que en lo posible ayude a poner en contexto nuestra posición ahora.
Los mexicanos decidieron que el PAN ya no los gobernara y lo echaron del poder, habrá un cambio de régimen, habrá alternancia, agua y sol para nuestra nuestra aún verde democracia.
Tal vez no haya ganado el candidato que nos guste, pero una mayoría de mexicanos tomó esa decisión, bien o mal, inducida o coaccionada, es su opinión, tal vez desinformada, pero vale tanto como la de cualquier tuitero universitario.
Suponer que por su condición de pobreza o ignorancia, o ambas, no son capaces de tomar las riendas del País, además de demostrar intolerancia, sería negar el derecho a la igualdad.
Tal igualdad, es un bien esencial, en toda democracia, la nuestra está creciendo, véanla dar sus primeros pasos, aunque esta vez much@s piensen que se ha tropezado, ya aprenderá a hacerlo mejor.
El fenómeno de la alternancia
Por lo pronto, admiremos el fenómeno de la alternancia, durante todo el siglo XX se vio muy poco, ahora lo podemos invocar cuando lo deseemos, obviamente no nos ha quedado como quisiéramos, pero la gran lección es que debimos hacer más.
De nuestra cuenta corre que si no nos gusta como gobierna este «nuevo» PRI, que lo echemos del poder como ocurre en los países civilizados: con una elecciones.
Las deDe nuestra cuenta corre que si no nos gusta como gobierna este «nuevo» PRI, que lo echemos del poder como ocurre en los países civilizados: con una elecciones.mocracias no son perfectas, son utópicas, pero son perfectibles y dan enormes frutos cuando crecen, si es que todos cooperamos para preservarla, con entendimiento, tolerancia y sobre todo dignidad, entendiendo que en la dinámica democrática, las libertades, la igualdad y el respeto al derecho ajeno, son la puritita paz.
¡Te queremos democracia!, ¡te queremos!