«Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad»
Jean-Paul Sartre
El libro de Daniela Mendoza, «El que no brinque es buga», publicado recientemente, es sin duda uno de los mejores trabajos recopilatorios sobre la visibilización del colectivo LGBTTTI en Nuevo León.
Necesario, pues narrar la lucha por la igualdad, siempre será en beneficio de las nuevas generaciones para saber cómo es que nos encontramos de tal forma en este preciso punto de la historia.
Como escribió Braulio Peralta al respecto, las crónicas de Daniela Mendoza dan fe de las ofensas y defensas en las luchas de los activistas que ya comienzan a ser retomadas por nuevos actores.
Es en tal coyuntura donde el rol de Ulisex!Mgzn ha servido para tratar temas LGBT públicos que antes sólo se abordaban en privado, del mismo modo para dar cuenta de las luchas que los activistas continuamente emprenden en pos de la igualdad, función de la cual Daniela da un ejemplo en el último capítulo.
«Una quinceañera con conflictos existenciales, 2015» de «El que no brinque es buga» hace un breve recuento de los conflictos del año pasado, que llevaron a tener una de las marchas de la diversidad más disminuidas en Monterrey.
Un día después de aquella movilización, denuncié el plagio del diseño de la imagen que U!M elaboró para la XV Marcha de la Diversidad de Monterrey y que está relacionado con el conflicto principal al que hace referencia Daniela en el tal capítulo, sin embargo es necesario aclarar algunas impresiciones o errores de hecho en lo escrito por Daniela.
El haber estado ahí, tanto como espectador y hasta como parte en el conflicto, me permite hacer cinco precisiones sobre la historia contada en «El que no brinque es buga», de las cuales aporto prueba al final para no generar más especulación.
Ahí les van.
1.- El evento que fue escenario para el conflicto que semanas después dio pie al desenlace de la XV Marcha, fue el 1er Foro Regional de Mexicanos y Mexicanas LGBT, no el «Congreso Nacional Ciudadano de Personas LGBT», que menciona el libro.

2.- Mario Rodríguez Platas no se presentó solamente a «encarar» a Antonio Nevárez, fue a tratar de impedir el Foro, el cual previamente había amenazado que no se realizaría y de lo cual he aportado prueba anteriormente.
3.- No «se dijo que se había plagiado el logo», como escribe Daniela. En honor a la verdad, el logo fue plagiado y lo expusimos públicamente; hace un año en «Plagio en la Marcha de la Diversidad de Monterrey», artículo que ventiló además algunas irregularidades de la Marcha, como los misteriosos patrocinadores o el etéreo comité organizador, son usados como fachada o la inexistente Diversitas A.C., organización que no aparece mencionada en todo «El que no brinque es buga»,pero que no omite a otras organizaciones como GESS A.C. o COMAC,
4.- Según los testimonios de numerosos activistas, muchos de ellos jóvenes, que prefieren el anonimato antes que enfrascarse en una confrontación tras el desencanto. Sus ideas, propuestas, incluso su toma de responsabilidades dentro de la Marcha, han sido obstaculizadas por el propio Rodríguez Platas.
5.- Y como queda claro gracias a lo anterior y a lo que sigue, los de Ulisex!Mgzn no quisimos acercarnos para colaborar con el diseño. Nos acercamos, hicimos el diseño y luego pasó lo que pasó, considero que, debido a la obsesión de un liderazgo por controlarlo todo y su ceguera por la incesante labor de desempequeñicimento personal.
Reitero el exhorto de hace poco más de un año, que los nuevos activistas se sumen al movimiento LGBT por todo México con el fin de diluir los liderazgos impositivos, pero más que todo para enriquecer el debate sobre nuestros derechos pendientes, los cuales únicamente podemos defender a través de la verdad, un valor tan importante como la propia igualdad.
Finalmente invito a leer «El que no brinque es buga» de Daniela Mendoza, para que cada quien forme su propia opinión y podamos quitarle los conflictos existenciales al movimiento LGBT en Nuevo León, también a la Marcha.
Presento la conversación que sostuve con Mario Rodríguez Platas, el 10 de abril de 2015, días antes del Foro Regional LGBT, que exhibe el funcionamiento unipersonal y visceral de la Marcha de la Diversidad de Monterrey, así como la ingenua pretensión de un monopolio del activismo LGBT local.