La solución para el problema de los migrantes de Centroamérica, es muy sencilla: Se les deja pasar, se les ayuda en su trayecto y cuando llegan a su destino, se les brinda atención médica, se les facilitan los trámites de residencia, trabajo y listo. Miles de personas podrán comenzar una nueva vida.
Es muy sencilla, porque miles de personas no pueden equivocarse en lo que necesitan, al tener que dejar su hogar, debido a la situación política, económica y social en la que les ha sido imposible vivir.
La historia de los refugiados, a lo largo de la Humanidad, no es más que otra de las grandes migraciones de especies, que van de un lugar a otro porque las condiciones se vuelven adversas.
Sin embargo, a los sistemas políticos actuales, esta característica de los seres humanos, parece contraria a su propia existencia. Es un oasis donde los últimos en llegar, son los primeros en ser culpados del agotamiento de la riqueza. En la historia de muchas naciones, ha habido o hay un gobernante haciendo a los extranjeros, el chivo expiatorio de los males del pueblo. Maduro, Trump…¡Hitler!
Si algo hemos aprendido a lo largo de la Historia, sobre las divisiones políticas, es que no han hecho otra cosa que ser testigos ante los movimientos de masas.
Es así que existen fronteras saturadas, muertos en el desierto, en el Río Bravo, en el Mediterraneo, los que huyen de Siria o de Haití, aquí también se cuentan. Pero también hay muchos mexicanos viviendo en Estados Unidos, como cubanos o centroamericanos. Unos llegan, otros no.
Una paradoja de nuestro tiempo, es que las naciones se han debido constituir primero y reunirse con otras, para reconocer los derechos y la igualdad de las personas que las integran, luego entonces, hacen todo lo posible, por no reconocer tales derechos, cuando las personas de otros estados solicitan refugio.
Es verdad, los recursos son limitados y es imposible, en el contexto actual, darle atención digna a todos y hasta moralmente cuestionable cuando hay ciudadanos mexicanos en las mismas o peores condiciones.
Pero la solución al problema de los migrantes, no está en el contexto actual desde el enfoque neoliberal, sino en una perspectiva distinta del mismo escenario, es decir, en donde las grandes migraciones humanas, sean entendidas como parte de las consecuencias del capitalismo salvaje, de la falta de Estado de Derecho y del desinterés de instituciones y actores políticos por cambiar las condiciones actuales.
De lo contrario, cualquier muro o política de repatriación, seguirán viéndose como una respuesta parcial, anacrónica e inhumana.