Nuevo León es un estado disfunsional, efectivo para unas cosas pero para otras no. Así como es un generador de riqueza, también lo es de discriminación. Ambas en beneficio y detrimento, respectivamente, del tejido social.
Mientras que en el Congreso de Nuevo León, se legisla para discriminar y violar la Constitución con la objeción de conciencia, los mismos diputados votan a favor de la Ley Olimpia, una reforma que eleva de cuatro a ocho años de prisión para quien difunda, publique o exhiba contenido erótico o sexual de una persona.
Ahora veamos los detalles. El Congreso de Nuevo León, tiene 42 curules, o sea que si en la Ley Olimpia votaron 33 a favor y en la objeción de conciencia propuesta por Juan Carlos Leal Segovia, «Lord Oscuro de la Homofobia», 35 estuvieron de acuerdo. Números más, números menos, se concluye que la congruencia no es una característica que distinga a la XXV Legislatura.
En un caso, votaron una reforma representada por mujeres y en el que los hombres son el principal grupo que comete tal delito. Por el otro lado, un hombre, Carlos Leal, plantea un retroceso que contraviene a los artículos 1 y 4 de la Constitución Mexicana y que violenta el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo, al permitirle al personal del sector público de salud, negarse a practicar un aborto, argumentando sus creencias religiosas.
Aunque sólo se aprobó en el sector salud, el «Lord Oscuro de la Homofobia» había propuesto que la objeción de conciencia también manchara de caca al Código Civil, lo que habría incluido a los funcionarios del registro civil a negarse a realizar uniones entre personas del mismo sexo.
Y aunque públicamente no se han registrado casos donde algún médico que sea tan pendejo como para negarle la atención a un paciente por ser gay, lesbiana o trans, la noticia de la aprobación de la objeción de conciencia, ha hecho ruido con dicho escenario por ahora hipotético.
Ahora bien, volviendo al contexto de la Ley Olimpia, es la Comunidad Gay, parte del sector que más incurre a compartir imágenes, nudes o packs de hombres sin su consentimiento. ¿Será que por fin las víctimas gay de este delito también se animen a denunciar?
Veríamos entonces, otro tipo de incongruencia, uno que de forma colectiva a veces se pretende ignorar porque las víctimas son hombres exhibidos en su intimidad por otros hombres.