Mi pareja quiere hacerme el beso negro pero a mí no me...

Mi pareja quiere hacerme el beso negro pero a mí no me gusta.- Carta para el Tío Gamborimbo

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Tengo un serio problema con mi novio desde hace seis meses que comenzamos a andar. Hemos tenido el mejor sexo pero él está obsesionado con darme un beso negro, y esa es una práctica que a mi no me agrada, no por sucio, sino porque se trata de una parte muy íntima. ¿Cómo puedo convencer a mi novio que a fuerza quiere cumplir sus deseos? No comprendo esa fijación de los activos. Qué consejo me das porque la verdad lo amo mucho pero quiero que entienda que no deseo que ponga su boquita en mi colita. Paquito, 24 años, Zacatecas

Tu cuerpo es tu templo y si no quieres que nada le entre por la coladera deberías de igual forma cerrar tus nalgas clausurando tu hoyo en perjuicio, inclusive, del fierro de tu marido, sólo para ser justo. Pero la realidad es que te encanta la ñonga, quizá la lengua no, o tal vez tienes algún trauma, por lo pronto no sabes del placer infinito del que te has estado perdiendo.

Desde que las primeras tribus nómadas observaron a los antiguos perros salvajes lengüetearse mutuamente el culo, esta práctica ha formado parte del manual del sexo humano. Las estupideces de que el coño es sagrado y el fundillo sólo es para cagar, son una sarta de infundios religiosos que nada tienen que ver con el estremecimiento de tus carnes en veintiuñas dando brincos en el petate por una súper masticada de cola, propinada por el anófago de tu novio.

En la Edad Media, donde surgieron estas aburridas reglas, antibesonegro, créeme, no hubieras querido ni olerle el culo a nadie en medio de la peste negra. Además, quienes las impusieron, difícilmente sostendrían su cumplimiento a chile pelón, ante la historia.

En fin, lo triste es que hasta hoy, tales  reglas siguen vigentes para un montón de santurrones en todo el mundo. Muchos jotos machistas que hasta se tapan las nalgas cuando hacen de activas para que Dios no les mire el fundillo.

Lo importante aquí es que te quites esa venda de los ojos y ese tapón del ojete para que puedas disfrutar de una buena limpiada de cazuela, que refresca, revitaliza, levanta el ánimo, ayuda a la erección, regresa la sonrisa al rostro, afloja el ano para la penetración y te puedo decir que hasta ayuda a reconsiderar la heterosexualidad y allana el terreno para la heteroflexibilidad.

He sido testigo y artífice de varios milagros de ese tipo que sólo requieren del uso entrenado y prodigioso de una lengua bien afilada y los interfectos han (casi) terminado gritando “¡Soy puto¡ ¡Soy Puto!”.

Considera que si tu marido es tan culívoro como dices, tarde o temprano saldrá en busca de nuevas colas para poner en su menú. Te aconsejo que lo consideres nuevamente antes de negarte a brindarle tus nalgas como aperitivo antes de que él te la regrese dándote de comer camote al revés.

Una mamada de culo es mágica, no te prives de ella, ni se la niegues a ningún hombre de buen ver, a menos que, por supuesto, la entrada (trasera) de tu alma, no presenta las condiciones óptimas de higiene que un acto sexual improvisado requiere. Preferible que te quedes con las ganas a que te quedes con la vergüenza de tu cagado trasero. Así le ha pasado a much@s.ᴥ

Tú también pide consejo al Tío Gamborimbo. Pícale aquí.

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